Big Data Sports

Pochettino, Gallardo, Phil Jackson: liderazgo con playbook de autor

El PSG contrató a Mauricio Pochettino porque tenía una necesidad imperiosa: precisaba un entrenador que gestionara un vestuario de estrellas, un líder capaz de conseguir el mejor rendimiento posible de las figuras que conviven en el vestuario del Parque de los Príncipes. Pochettino confía en la tecnología –con su cuerpo técnico están desarrollando una plataforma propia basada en big data para cruzar distintos datos que recolectan de sus planteles y sacar conclusiones deportivas–, pero confía más en la gestión de las emociones. “El fútbol produce emociones, gestiona emociones y vende emociones. La emoción es clave al momento de entender de qué hablamos cuando hablamos de fútbol”, dijo el hombre que revolucionó al Tottenham en el último Golden Coach Congress, realizado a mediados del 2020.

Pochettino, en su exposición, mostró cómo trabajaba en sus entrenamientos. No escondió nada. Pero no se enfocó solo en lo deportivo. No fue el único disertante que centró su discurso en la gestión humana. Ernesto Valverde, el último entrenador capaz de extraer una versión premium de Lionel Messi, definió cómo debe ser un buen líder en la elite: “Alguien auténtico y creíble que dice lo que siente aunque se equivoque. Los jugadores de fútbol de alto nivel son muy inteligentes y siempre analizan al entrenador, a sus compañeros y a todo el mundo. El entrenador debe convencerlos de que lo que les dice es lo mejor para ellos, aunque a veces resulte y otras veces no. Lo importante es que te vean como alguien auténtico, creíble y confiable”. Valverde no volvió a trabajar después de su salida del Barcelona. Barcelona y Messi no volvieron a ser los mismos después de Valverde. El vestuario, ahora mismo, es un polvorín. En ese contexto oscuro, el éxito deportivo es una utopía.

¿Qué es y qué hace a un buen entrenador? ¿Qué virtudes debe tener para convertirse en alguien auténtico, creíble y confiable? Marco Garcés, director deportivo del Pachuca, define al puesto con una sencillez suprema“Los entrenadores entran y salen por tres conceptos: manejar al vestuario, a la prensa y a los directivos. Esas son las tres cualidades máximas de un entrenador. Lo otro, saber de fútbol… todos saben de fútbol”Marcelo Gallardo sabe mucho de fútbol. Es, además, un líder que se maneja como el sol: mantiene la distancia justa con el plantel, con los dirigentes y con los medios de comunicación.

“Los entrenadores entran y salen por tres conceptos: manejar al vestuario, a la prensa y a los directivos. Esas son las tres cualidades máximas de un entrenador. Lo otro, saber de fútbol… todos saben de fútbol”

Marco Garcés, director deportivo de Pachuca

Gallardo no está encima de los jugadores, pero siempre se muestra accesible para una charla individual. Es sinónimo de entrenador exitoso: ganó 11 títulos en siete años en River, uno de los clubes con más pedigrí de América. Su equipo juega con una ferocidad asesina. Uno de sus secretos está en las charlas técnicas. Gallardo suele acertar cuando les detalla a sus jugadores lo que va a ocurrir en el partido. Eso se construye con conocimiento y preparación previa. Eso despierta credibilidad. También es un líder justo. En su equipo juega el que mejor está. No importa el apellido o la trayectoria: el titular es quien se lo merece. Lo saben todos los jugadores. Esa ley logró que no haya revuelos internos. Los suplentes saben que les toca sentarse porque hay otros que están en un mejor momento. La gestión humana también es generar uniformidad en la competencia deportiva.

Las emociones, cada vez más centrales en la gestión

“Necesitamos entrenadores que sean capaces y entiendan que su rol no es poner a once soldaditos en el campo. Que entiendan que esos soldaditos tienen emociones: piensan, deciden, aprenden y eso va a generar un tipo de relación diferente”, dijo María Ruiz de Oña, psicóloga deportiva experta en formación de entrenadores, en esta entrevista con Big Data Sports. Phil Jackson, gurú de los Chicago Bulls de Michael Jordan y de Los Ángeles Lakers de Kobe Bryant, lo entendió como nadie. Se enfocó en los individuos que componían al grupo. Terminó con una regla arcaica de la sociedad moderna: en un plantel, en un grupo de trabajo, los integrantes no son iguales. Pep Guardiola también adhiere a esa idea y la explora con David Trueba en este video fantástico. Jackson elegía libros para regalarle a cada integrante de su tropa. No era una elección homogénea: cada basquetbolista, en base a las falencias emocionales que él detectaba, recibía un texto distinto. Algunos lo tiraban a la basura. A otros les cambió la vida. Pero esas relaciones individuales debían erigirse en un todo. Todos para uno, uno para todos. Sin grupo no había posibilidad de éxito. Jackson lo construyó en conversaciones y sesiones colectivas de yoga. Aunque en The Last Dance se trasluce parte de su método, su libro, Once Anillos, es una biblia de la gestión de grupos deportivos.

El entrenador ya no puede vivir en lo alto de la torre, lejos del futbolista. Gerardo Martino, seleccionador de México, cree que “un futbolista sin capacidad de pensar libremente porque tiene un problema extrafutbolístico, porque está abrumado por otras cuestiones, no está en condiciones de jugar al fútbol”. Para detectar el estado de ánimo del jugador es necesario estar cerca suyo. André Villas Boas lo comprendió a la fuerza. Fue una especie de niño prodigio dentro del mundo de los entrenadores. A los 34 años ganó su primer título como DT del Porto de Portugal. Su currículum tiene al ChelseaTottenhamZenit, y Olympique de Marselladonde presentó su renuncia esta semana. Villas Boas cambió: discípulo de José Mourinho, era un entrenador enfocado en la táctica y la estrategia. En Tottenham, después de un fracaso estrepitoso en Chelsea, modificó su enfoque: se aproximó al plantel y generó más comunicación con los jugadores debido a que, con el tiempo, descubrió que el futbolista tiene cada vez más peso en la dinámica del grupo. Fortaleció sus vínculos con los más veteranos. “Ahora con mi gente establecimos una metodología del día a día. Nos preguntamos: ‘¿Qué va a pasar hoy? ¿Con qué nos vamos a encontrar? ¿Quién va a amenazar nuestro liderazgo? ¿Quién va a estar con nosotros? ¿Quién va a entrenar bien, quién puede ser que entrene mal?’”, contó en una charla para entrenadores.

“Con mi gente establecimos una metodología del día a día. Nos preguntamos: ‘¿Qué va a pasar hoy? ¿Con qué nos vamos a encontrar? ¿Quién va a amenazar nuestro liderazgo? ¿Quién va a estar con nosotros? ¿Quién va a entrenar bien, quién puede ser que entrene mal?»

André Villas Boas, sobre su nuevo método de trabajo con sus colaboradores

Ariel Holan le sucedió algo similar. Se inició en el hockey y desembarcó en el fútbol con una carrera veloz. Vivió su pico en Independiente, cuando ganó la Copa Sudamericana en el Maracaná. El final de su ciclo, sin embargo, se vio rodeado de escándalos por su manera de conducir el grupo. Chocó con los más experimentados. Se tomó un año de reflexión. Regresó en Universidad Católica, uno de los clubes más innovadores de Chile. Era otro. Él mismo lo reveló en un webinar para fanáticos de su club: “Cambié mi manera de conducir: dejé de ser un líder del estilo ‘yo mando y tu obedeces’. Dejé de ser el líder que impone para ser un líder más emocional. El líder debe conducir. Esa es su obligación. Conducir significa persuadir, y eso es más eficiente. Dejé de ser un jefe para tratar de ser un guía”. La Universidad Católica puede salir campeón de Chile en dos semanas bajo su tutela.

El básquet, una escuela de gestión

El básquet argentino ofreció una maestría a puertas abiertas para comprender dos conceptos vitales en el deporte de alto rendimiento: el rol humano del entrenador, y la importancia de tener una sucesión de directores técnicos que mantengan una misma filosofía de trabajo. Entre 1995 y 2019, a la selección de básquet la dirigieron cuatro hombres: Guillermo Vecchio, Rubén Magnano, Julio Lamas y Sergio Hernández. En ese periodo ganaron una medalla dorada en Atenas 2004, dos subcampeonatos del mundo (2002 y 2019), y una medalla de bronce en Pekín 2008. En 2019, TyC Sports reunió a los cuatro entrenadores por primera vez para conversar de ese proceso histórico. Les sirvió vino, apagó las luces y los dejó solos. El capítulo, que dejamos aquí abajo, es una joya de la televisión argentina.

“El entrenador es un acompañante en el crecimiento”, dice Magnano. A Magnano lo recuerdan por su rigidez:“Cuando manejé a la Generación Dorada fui muy democrático: se hacía lo que yo decía”. Ahora cree que debería cambiar su forma de conducir. “Es que la sociedad cambia, el mundo cambia, y nosotros debemos adaptarnos para que los jugadores nos escuchen”, indica Lamas, que actualmente está en JapónHernándezque dio una entrevista más que interesante en El País, se enfoca en cómo construir ese vínculo con el jugador: “Debe saber que puede no estar de acuerdo con vos. Detesta que le ninguneen su conocimiento: ahí es cuando se pone rebelde. Pero debe hacer lo que el entrenador le pida”. Es que el deportista de alto rendimiento tiene mucho ego.

«El ego, bien definido, es algo positivo en un futbolista porque crece en un entorno competitivo. Ese sentimiento de creerte mejor que nadie, de quererte a vos mismo, de ganar esa confianza, hace que busques el camino de mejorar»

Mauricio Pochettino

Pochettino no le asusta esa palabra:“El ego, bien definido, es algo positivo en un futbolista porque crece en un entorno competitivo. Ese sentimiento de creerte mejor que nadie, de quererte a vos mismo, de ganar esa confianza, hace que busques el camino de mejorar”, apunta el hombre que debe liderar uno de los vestuarios con más egos del fútbol mundial.“En el manejo y la gestión del grupo, lo fundamental es tocar la emoción del grupo: conocerlos individualmente para que sepan dejar de lado ese ego. Esa es responsabilidad del cuerpo técnico. Ese acercamiento es la más importante de un cuerpo técnico”.

Le dije a un entrenador amigo que me ayudara a cerrar este texto. Le envié un borrador y le pedí que me dijera qué idea le disparaba después de leerlo. Me respondió: “Yo pienso que los equipos de fútbol reflejan a los entrenadores: mi equipo me refleja a mí, habla de cómo soy yo. Así que todo esto me hace preguntarme dónde quiero estar yo para que mi equipo esté donde yo quiero. Quizás sea un clásico, pero la escena de la película Gladiador, cuando Cómodo mata a Marco Aurelio, es muy buena para compartirla. Marco Aurelio dice que los fracasos del hijo son sus fracasos como padre”.

El fútbol, entiendo, también es eso: el fracaso emocional de un equipo refleja las fallas en la gestión humana del entrenador. Un técnico que se aleja de sus jugadores, que no humaniza las relaciones, seguramente estará cada vez más lejos del éxito.