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Cinco claves del proyecto tricampeón de Chile: así gestiona el fútbol Universidad Católica

Nadie sale tricampeón después de improvisar. Para ganar tres títulos seguidos hay que tener un plan. Universidad Católica lo implementa hace diez años. José María Buljubasich, su gerente deportivo, es la persona que lo encarna. Tati asumió el cargo de un club que conocía bien: había jugado durante varios años, era ídolo, y tomó un puesto que era un lienzo un blanco. Debía crearlo todo. Empezó diseñando un plan. Una década después, la vitrina habla sola: el club consiguió seis campeonatos en ese lapso, y tres consecutivos.

El Tati contó cómo trabaja en el especial de Directores Deportivos que publicamos el año pasado en Big Data Sports. Destacamos cinco claves en la gestión de Universidad Católica para convertirse en el equipo que está dominando el fútbol chileno.

Apoyo directivo: aferrarse al plan a pesar de los malos resultados.

A Buljubasich no le salió todo bien de entrada. Tuvo años difíciles: entre 2012 y 2016, al equipo se le escaparon varios campeonatos sobre el final del torneo. Salía segundo y Universidad Católica era el hazmerreír de todo Chile. Buljubasich puso su renuncia a disposición en varias oportunidades. Los directivos se la rechazaron: veían que el trabajo era exitoso aunque los resultados no lo acompañaran. Entendieron algo que puede parecer básico, pero que no se aplica en el núcleo interno de los clubes: la evaluación de los directivos debe ser distinta a la de los hinchas. “El directorio es el único que puede definir si el trabajo del gerente deportivo está bien o mal hecho”, dice Buljubasich. Al Tati lo sostuvieron, y él habla de ese apoyo como uno de los pilares de su gestión.

Consenso para traer refuerzos: los futbolistas son del club, no de los entrenadores

“Los jugadores que llegan son trabajados entre el cuerpo técnico y la gerencia deportiva”, dice Buljubasich. Universidad Católica no le trae al técnico de turno un jugador sin validarlo antes con su secretaría técnica, pero tampoco incorpora futbolistas que el director técnico no quiere. “No nos vamos a quedar con un jugador que el club no quiere, pero tampoco vamos a traerle a alguien que no busque porque difícilmente le pueda sacar rendimiento”, agrega el gerente deportivo. Una vez diseñado el plantel, el entrenador tiene autonomía total para armar el equipo. Ese terreno es suyo: “El entrenador sabe mejor que nadie quién debe jugar”, afirma.

Zampedri, el goleador del campeonato chileno

Confiar en el método de las divisiones inferiores

Universidad Católica tiene una métrica que es una especie de política de estado en la institución: el 50% del plantel debe estar compuesto por futbolistas formados en el club. Pueden ser juveniles o futbolistas que estén en su segunda etapa y ayuden a fortalecer la identidad de la institución. El entrenador que llega sabe que debe apostar a los jóvenes.

Las divisiones inferiores tienen una línea de trabajo clara, pero con matices: “La sub 11 no puede jugar como el equipo profesional porque a cada edad el chico tiene algo distinto para aprender. La única que se adapta 100% a la profesional es la sub 20”, explica. Hay patrones generales: por ejemplo, ninguna categoría juega con línea de 3 porque la institución entiende que es necesario formar laterales. Buscan, además, formar especialistas en sus puestos: entienden que es mejor tener futbolistas que conozcan los secretos de su posición en lugar de polifuncionales.

Metodología para elegir a los entrenadores

Hay algo tabú en los clubes, una situación que ocurre en silencio aunque ninguno lo admita públicamente: todos los equipos de fútbol están analizando entrenadores, aunque los resultados sean buenos. Producto de una necesidad, Católica implementó un método para validar la contratación de entrenadores. En 2017, después de salir campeón, se fue Mario Salas. Un año más tarde se repitió la escena con Beñat San José. Llegó Gustavo Quinteros, y otra vez: título y salto al Tijuana de México. Su sucesor, Ariel Holan, también salió campeón. Aunque no haya señales de que pueda irse, en Católica están protegidos.

A Católica se le van los técnicos porque los buscan de clubes más poderosos. Es uno de los problemas de la victoria. El club desarrolló un antídoto para ese síntoma. Buljubasich armó una lista de 40 entrenadores que podrían trabajar en el club. Esa nómina, cada vez que el director técnico puede salir, la lleva a la Comisión de Fútbol. Ellos reducen la lista a ocho nombres. Averiguan la situación de cada uno, y suelen quedar tres o cuatro candidatos: algunos desestiman el tanteo, y otros tienen empleo y no quieren dejar sus clubes. A los preseleccionados les hacen una entrevista en la que participa el presidente, los dos vicepresidentes, el gerente general, el secretario técnico y Buljubasich. En esa charla le cuentan la política de trabajo del club, y los escuchan a los entrenadores hablar de su metodología de trabajo y de cómo manejan la gestión humana. De esas charlas, que se hacen por Skype o Zoom para que no se filtren los nombres, quedan dos elegidos. Y ahí deciden entre los once directores y el Gerente Deportivo. Si hay consenso, el nombre sale rápidamente. Si no, votan. “Pero una vez que aparece el elegido se terminó el tema: vamos con él hasta el final”, destaca Buljubasich.

El listado de 40 entrenadores sigue en la computadora de Buljubasich, y lo actualiza permanentemente.

Ariel Holan, el último elegido

Scouting y diseño del modelo de jugador exitoso en el club

Universidad Católica desarrolló un departamento de scouting hace dos años. Allí trabaja Cristian Álvarez, ex futbolista y actual secretario técnico, y dos scouts. Ellos analizan posibilidades. Se centran, sobre todo, en el mercado local: el 50% de sus incorporaciones salen del fútbol chileno. También analizan a todos los jugadores ofrecidos por representantes o allegados. El problema para la búsqueda proactiva es económico: “No podemos competir contra el fútbol mexicano, brasileño o argentino. Si detectamos a un jugador interesante, seguramente ellos también lo estén siguiendo”, dice Buljubasich. Construyeron una debilidad para esa fortaleza. Diseñaron una figura de jugador exitoso, un prototipo de futbolista que funciona en el club.

Católica confía en jugadores con más de 30 años que hayan tenido una buena carrera, que hayan jugado en algún equipo grande de Argentina o que busquen regresar de Europa. Así llegaron y triunfaron Luciano Aued, Diego Buonanotte, Tomás Costa, Enzo Kalinsky o Ismael Sosa. Fernando Zampedri, el goleador del campeonato con pasado en Rosario Central, también podría entrar en ese esquema de trabajo.

El éxito de las negociaciones reside en la calidad de vida: “Santiago es una ciudad que a los jugadores les gusta, y Chile tiene un sistema de pago que hace que los jugadores cobren: acá no se le debe nada a nadie, y eso habla bien del equipo”, señala Buljubasich.