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Cómo Rusia desaparece del mapa global del deporte y cómo impactan las medidas de FIFA en los mercados futbolísticos afectados por la guerra

**Este texto fue parte del newsletter de Big Data Sports del 10 de marzo de 2022. Fue escrito antes de conocerse la decisión del gobierno británico de congelar todos los activos de Roman Abramovich, incluido Chelsea FC**

Si de verdad el fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes, hay que convenir que alcanza con ver un instante el horror de la guerra que Rusia perpetra en este instante sobre Ucrania, para entender que el fútbol queda pequeño en su trascendencia ante la masacre desatada por Vladimir Putin a cargo de esa infamia. Podríamos seguir con el espanto de la violencia en el estadio Corregidora entre hinchas de Querétaro y Atlas en la Liga MX como para decir con firmeza que no hay romanticismo posible que venga del fútbol, y que sea suficiente, como para hacernos los distraídos sobre qué es importante y qué es superficial en estos días.

Pero como tantas otras veces con guerras, invasiones, ataques y atentados -excepto donde se sufre esas circunstancias- el fútbol y el deporte siguen su marcha. Tenemos esa extraña capacidad de mudar la vista a otras pantallas y cambiar de show con solo pestañear.De todas maneras,en 2022, hay novedades en comparación con las otras invasiones y guerras. Hay actualmente un proceso de “desrusificación” del deporte global que tiene un movimiento acompasado: cuánto más volumen toman las acciones bélicas que llevan la firma de Putin, más invisible se vuelven las expresiones rusas en el tablero deportivo global, representadas por dueños de clubes, inversores, patrocinadores y atletas de ese país que deben competir olvidándose de su bandera. Esta guerra derivó en sanciones para el país agresor que otras situaciones bélicas no tuvieron. Hay quienes se enojan porque antes no sucedió y ahora sí. Extraño modo de pactar con sus conciencias. Pero las medidas son cada vez más extremas.

El ruso Daniil Medvedev llegó al número uno del mundo del tenis justo con la guerra desatada y en un deporte que tomó una de las decisiones más drásticas: prohibir la participación de los equipos rusos y bielorusos en las competencias internacionales como la Copa Davis y Billie Jean King Cup y además echar a los dos países como miembros del board de la ITF. Subtitulado: Rusia ya no existe como tal para el mundo del tenis.La desrusificación -una guerra tan cruel admite este neologismo- es el desarme de toda la estructura de influencias comerciales, negocios y la ocupación de espacios de poder en la versión deportiva de las reglas de la geopolítica. Dicho de un modo directo: Roman Abramovich era un magnate que hizo del Chelsea uno de los clubes imprescindibles de la Premier League y del fútbol mundial; ahora no es más que un oligarca ruso y casi que se lo dicen en la cara sin temor a que haya represalias.

Todas las organizaciones que toman decisiones en el tablero del deporte mundial están en el proceso de borrar a Rusia del mapa. Una depuración que sucede en tiempo real y que revela una situación incómoda para el futuro cercano de la industria del deporte: se puso sobre la mesa de discusión cómo la organización de eventos deportivos y las grandes inversiones pueden simbolizar el lavado de imagen de los líderes, presidentes y jeques que obedecen a una geopolítica capaz de cometer las peores barbaridades, mientras se gritan goles, se likean videos en redes sociales y se patrocinan campeonatos.¿Quiere el deporte mundial realmente discutir estas cosas o es apenas una derivación no deseada de la guerra de Putin? La respuesta todavía no está y arriesgamos a que será negativa. Lo que ya observamos es cómo Rusia y Ucrania, agresor y agredido, mercados que realmente mueven la aguja dentro del futbol global, modifican su fisonomía a partir de las medidas y las sanciones. Y lo contamos con datos que ya compartimos en este texto, escrito con amargura y dolor.

Cómo Rusia y su audiencia desaparecen del mapa del deporte global

FIFA le dio un salvoconducto a los futbolistas extranjeros que juegan en Ucrania y Rusia: quienes están en Ucrania de manera unilateral pueden rescindir, sin ninguna consecuencia, sus contratos profesionales hasta el 30 de junio  de 2022 y firmar con otro club. Quienes están en el fútbol ruso tienen tiempo hasta el 10 de marzo para tomar la decisión de abandonar esa liga.Las medidas reglamentarias de FIFA ecualizan con la serie de sanciones y boicots que se suceden en el deporte mundial a partir de la escalada bélica firmada por Vladimir Putin y que ya hemos consignado en el newsletter de la semana pasada. Que los futbolistas puedan abandonar esas ligas, en caso de decidir hacerlo, tiene un impacto sobre dos mercados con mucha influencia en la economía global del fútbol. Estos son los insights principales que más adelante sostendremos con datos:

Hay novedades a diario con respecto a las medidas económicas que se toman para castigar a Rusia en los planos importantes y menos importantes de la vida cotidiana. La salida de marcas como Microsoft, Apple, Nike, SAP, H&M, Oracle, Under Armour, Ikea y Samsung, entre muchas otras ,como también la decisión de compañías como Netflix, Disney, Sony y Warner Media de pausar sus estrenos y suspender sus servicios en territorio ruso. Los 20 clubes de la Premier League acordaron suspender la transmisión de sus partidos para Rusia. Ligue 1 hizo lo mismo. No solamente hay un proceso de hacer invisible al deporte ruso, sino también a su audiencia. La desrusificación se expresa también en el consumo y en el ocio. 

El fútbol es parte de ese universo. Cine, series, música, deportes y lifestyle son los impactos simbólicos en forma de boicot y cancelaciones que esperan a Rusia desde ahora y sin fecha de caducidad a la vista. Justo aquello que los primeros nuevos ricos, tras la caída de la URSS, salieron a buscar en los vuelos de Aeroflot para tomar por asalto -es un modo de decir- las tiendas de las grandes marcas en Milan, Londres, Paris y Nueva York.En los últimos 20 años, esa fascinación por Occidente incluyó la posibilidad de sumar activos e intervenir en el mercado del fútbol, siempre listo para encontrar nuevos ingresos. Hay mucha expectativa sobre qué sucederá con la propiedad de varios clubes donde se registran inversiones y patrocinios directos originados en Rusia. Por detrás de la desconexión entre UEFA y Gazprom, quedan todavía algunos flecos por cortarse en los clubes europeos.Chelsea tiene una danza de pretendientes para que Roman Abramovich pueda desprenderse de sus activos en Reino Unido antes de que le sean confiscados por decisión del Parlamento del Reino Unido. Chelsea es la nave insignia, pero se sospecha que hay clubes de otras categorías en Bélgica y Holanda, entre otros países, que también responden a los intereses de Abramovich.

Dmitry Rybolovlev es otro nombre clave. Un empresario ruso propietario del AS Mónaco y del Cercle Brugge de Bélgica. Hay más: Bournemouth (UK) , Vitesse (Países Bajos) y Pisa (Italia) son otros clubes impulsados por capitales rusos a los cuales se sigue con mucha atención para entender hasta dónde llegará la desrusificación del fútbol europeo. Justamente en el siguiente gráfico podemos apreciar como el Mónaco de Rybolovlev es uno de los clubes que mejor balance neto ha tenido entre compras y ventas de futbolistas, listado en el que también aparecen los clubes ucranianos.

La guerra que Rusia desató sobre Ucrania, cuentan los expertos, modificará el mapa global y la geopolítica. Las sanciones y las medidas reglamentarias adoptadas por FIFA -como la libertad inmediata de acción para los futbolistas extranjeros- impactan sobre dos ligas relevantes dentro del panorama mundial del fútbol: Rusia es uno de los grandes compradores de futbolistas internacionales y junto con Ucrania son reconocidas plataformas de lanzamiento para un nueva venta de los futbolistas. Repasemos algunos datos.

Rusia: octavo mercado que más dinero gastó en transferencias en 2021

Rusia y Ucrania en el top 30 de las asociaciones que más dinero gastaron en transferencias en los últimos diez años

La otra cara: Rusia y Ucrania, entre las asociaciones que más transferencias internacionales hicieron desde sus clubes

Rusia en el top ten del pago de comisiones a intermediarios

Cómo muestran los datos, Rusia y Ucrania son dos mercados muy fuertes del fútbol mundial ahora alterados por la guerra. Con diferencias sustanciales: la Liga Premier de Ucrania está suspendida desde hace semanas y la Liga Premier Rusa continúa con su programación habitual y sus transmisiones internacionales disponibles por YouTube. Los futbolistas extranjeros, en tanto, buscarán mejores destinos. Y las transferencias que se hagan en el futuro dependerán del devenir del conflicto bélico y cómo se posicionen otros mercados. Geopolítica del mercado de pases de futbolistas.

Una vez que este horror termine, quedará en la bandeja de asuntos pendientes de qué forma el deporte global analizará futuras inversiones, pedidos de sedes mundialistas y la organización de campeonatos juniors de whatever sin reparar en que detrás de esas candidaturas existen otras intenciones. Para que nadie se ría de nuestra inocencia: el siglo veinte fue el siglo de la expansión del deporte como negocio y espectáculo montado sobre las ambiciones políticas de líderes, funcionarios, gobernantes y hasta intendentes de ayuntamientos. Con modelos de negocios sanos, pero también con negociados. Con casos de corrupción monumentales que hasta desembocaron en el FIFAgate en 2015. Con alguna que otra buena intención en el camino también.

Pero ahora es el propio deporte, en lo más alto de sus jerarquías, el que está tocando otra partitura a partir de las sanciones que imponen los que mandan. Quienes se sientan en los grandes escritorios son los que producen la “desputinización” del deporte europeo como nuevo concepto influido por los dramas de la geopolítica. No son ni los fans, ni la prensa deportiva: son los altos ejecutivos del deporte y los patrocinadores de los grandes eventos. ¿No es eso lo qué estamos escuchando y viendo como consecuencia de esta guerra?

1990: apertura del primer McDonald´s en Moscú

Que Coca Cola y McDonald´s hayan decidido dejar de operar en Rusia, luego de algunos titubeos, revela que el Siglo XXI podría continuar su curso con algunas novedades que contradigan los manuales de patrocinios deportivos clásicos y los pretendidos entornos asépticos, donde el deporte y la política pertenecen a universos diferentes. 

Simon Chadwick, experto en geopolítica del deporte, describe en este artículo cómo las inversiones deportivas y el complejo privado-estatal de Gazprom fueron parte del poder blando de Vladimir Putin funcionales a sus intereses. Putin dispuso la anexión de Crimea semanas después de gastar 60 mil millones de dólares en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. Cuando Gazprom en 2012 sellaba su patrocinio de largo aliento con UEFA, Putin, dice Chadwick, enrutó el envío de gas hacia Alemania por debajo del Mar Báltico para no cruzar Ucrania y Polonia, ahorrarse gastos y evitar exponerse a posibles sanciones de esos países. La provisión de gas desde Rusia para Europa -Gazprom tiene el 17 por ciento de las reservas mundiales- jugaba el partido más importante sobre la fascinación por lo menos importante: la Champions League.

El ucraniano Sergiy Stakhovsky: en 2013 eliminó a Roger Federer en Wimbledon. En 2022 se alistó para ir al frente de batalla.

La gran pregunta es si cuando pase la guerra, esta forma de desenmascarar el poder blando de los patrocinios y las organizaciones de eventos, lo que ahora se denomina “desputinización del deporte” será recordada como una vieja práctica. O si una vez que se despeje el humo espeso de la guerra, la industria del deporte retomará su habitual agnosticismo y pretenderá que estas cosas no se mezclan.

La invasión de Rusia a Ucrania y las medidas que las organizaciones deportivas tomaron al respecto, por ahora, nos están contando una nueva historia.