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Cuántos clubes hay dentro de un mismo club y por qué eso puede ser un problema

Martin Mackey se presenta como preparador físico de Los Pumas, el seleccionado argentino de rugby, pero detrás de esa etiqueta se puede encontrar a un planificador que reúne experiencia de gestión en rugby, fútbol, básquet, polo y el crecimiento de un background multidisciplinario como asesor deportivo del Jockey Club de Rosario. Un punto alto de su experiencia lo encontramos cuando fue convocado por Agustín Pichot en 2010 para diseñar el método de entrenamiento del rugby argentino del Plan de Alto Rendimiento, con la coordinación de las cinco academias creadas por la Unión Argentina de Rugby en Rosario, Tucumán, Mendoza, Córdoba y Buenos Aires. Esa organización estructural fue el soporte técnico y físico del equipo que perdió en semifinales con Australia en el Mundial de Inglaterra en 2015.

Posteriormente, durante casi dos años, Mackey fue director de las divisiones juveniles del club Newell ‘s Old Boys de Rosario. Fue ahí cuando escuchó con estupor algo que le dijeron“No te calientes mucho, son chicos de bajos recursos, deciles nada más lo que tienen que hacer y que lo hagan”. Mackey no lo cuenta, pero seguramente usó su rabia para moldear un manual para entrenadores y generar un método de enseñanza y entrenamiento del club que trascienda a los propios formadores que lo crearon.“Algunos no entendieron el manual, pero los chicos y los entrenadores sí. Eso es lo importante”, cuenta Mackey en la presentación en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de “Pedagogías para el Alto Desempeño Deportivo, seis pilares para la construcción de un sistema deportivo de alto desempeño que trascienda a las personas”.

Mackey, otra vez PF de Los Pumas

Su actividad luego lo llevó a ser Director Deportivo de Bahía Basket, entre agosto de 2018 y julio de 2019, justo cuando el proyecto de Pepe Sánchez hacía su transición hacia el centro de alto rendimiento Dow Center. Mackey tenía a su familia instalada en Rosario y cada visita desde Bahía Blanca a su casa implicaba casi 10 horas de manejo por cada tramo. Las malas conexiones de los vuelos en la Argentina, con la obligación de hacer escala en Buenos Aires para ir y volver, casi un día completo de viaje por 750 kilómetros de distancia, conspiraron contra el trabajo en el Dow Center. Pepe Sánchez y Martin Mackey se dieron un abrazo y cada quién quedó por su lado con su talento organizativo.

Las experiencias en el rugby, el fútbol y el básquet, deportes colectivos diferentes, pero con elementos en común como la comprensión del juego, la ubicación de los que no tienen la pelota, la generación de una sabiduría del grupo, son los disparadores que llevaron a Martin Mackey a organizar sus ideas en un libro que puede ser una caja de herramientas para utilizar en una escuelita de fútbol de un barrio como en el complejo de entrenamiento de un club profesional, donde se analiza el juego con los últimos softwares del mercado.

Algunas de las ideas son las que desarrollamos a partir de ahora:

Muchos clubes dentro de un solo club. El concepto de varios clubes que funcionan dentro de uno solo es una situación perfectamente reconocible y que se da con muchísima frecuencia. Se basa en la imposición de un criterio personal que puede instalar un entrenador, un kinesiólogo, un médico o un psicólogo en las instituciones que no tienen una metodología de trabajo que forme parte de su cultura y articule con cada sector de la institución. Es muy frecuente observar cómo los clubes de fútbol de primera división, en una situación de crisis por malas campañas, depositan en la figura del nuevo entrenador el “paquete de soluciones” para afrontar el momento. Cuando esa práctica es recurrente se aprecia cómo la sucesión de técnicos llevó al club hacia diferentes direcciones y no únicamente por variar su línea de juego -lo cual también sería un gran problema-, sino por la manera de conducir todas sus áreas de impacto. Cada entrenador que llega “funda” un nuevo club que durará lo que dure su permanencia en el cargo.El libro destaca con detalle esas situaciones donde la ausencia de un masterplan se sustituye con las decisiones individuales de quienes ejecutan cada área

“Lejos de la idea de compartir conocimiento y de colaborar con un proyecto común, cada entrenador construye su propio club dentro del club”, dice Mackey en el libro. Y continúa de un modo contundente: “La consecuencia lógica es que cuando los deportistas crecen y cambian de categoría, también cambian de club: se ‘van’ al club del nuevo entrenador”. Mackey destaca que la consecuencia negativa de este modo de trabajo es que transfiere la responsabilidad del aprendizaje al deportista, “un equívoco que se basa en la idea de que el que sabe es el entrenador y el que aprende es el deportista”.

Kohan, Mackey y Sedoff en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

El conocimiento se comparteAlejandro Kohan, preparador físico de más de 30 años de trayectoria en el fútbol internacional, conoció a Martín Mackey en 2019. Lo llamó por teléfono y se presentó cuando tuvo en sus manos el manual para entrenadores que Mackey escribió al dirigir las inferiores de Newell’s Old Boys. Nunca antes había recibido un documento que fuera útil para todos los entrenadores que trabajan en el fútbol y que además provenía de un club en el que no estaba. “Esto es lo importante: el conocimiento se comparte. Ya no existe eso de ocultar lo que uno sabe y ofrecer pocas dosis, como si se guardara un gran secreto. Actualmente lo que no se comparte no queda en ningún lado”, dijo Kohan, invitado por los autores para la presentación del libro.

“Muchas veces cuando llegamos a un club, quienes ya están ahí se sienten invadidos y puede haber una retracción. Hay que preguntarles a los que ya estaban de antes y entre los nuevos y los viejos generar un conocimiento enriquecido. Ese conocimiento luego debe estar en alguna parte y tiene que formar parte de la cultura de la organización”, complementa Mackey.

El conocimiento lo tiene el que manda. “Que el conocimiento de un entrenador esté solamente en su cabeza es un gravísimo error institucional”, escribe Mackey. En una conversación que tuvimos hace cuatro años, Mackey me contó que cuando Pepe Sánchez lo convocó para trabajar como director deportivo en Bahia Basket y el naciente proyecto del Dow Center de Bahía Blanca, le preguntó en qué parte del club estaba todo lo que él sabía de básquet, con experiencias en la universidad en Estados Unidos,. Juegos Olímpicos, NBA y España.

Acá, dijo Pepe, señalando su cabeza con el dedo.

Entonces no está en ninguna parte, fue la respuesta de Mackey.

El conocimiento es uno de los intangibles más valiosos que tiene una organización cómo para que anide exclusivamente en la cabeza de un dueño, un director o un head coach. La gestión de ese conocimiento es la que le dará sentido a todo el funcionamiento. Ese fue el manual que creó Mackey cuando estuvo en NOB: una forma de gestión del conocimiento que trasciende a los autores y puede darse el lujo de prescindir de quien lo elaboró.

Pepe Sánchez y Martin Mackey

Hablar el idioma del club. El conocimiento debe quedar por escrito en el Manual Metodológico del club. Y ese Manual debe invitar a un lenguaje común que permita responder de un único modo a preguntas fundamentales. Mackey dice que “todos deben aprender a hablar el idioma del club”, que también formará parte del Manual. Ahí -dice en el libro- deben estar todos los términos, significados, factores y palabras claves, que cada miembro de una organización reconocerá y le indicarán hasta un curso de acción. “En el Dow Center cuando se da una situación determinada y decimos ‘Luis Scola’, ya todos sabemos qué queremos decir: refiere a algo que nos puntualizó Luis en una de sus visitas”, dice Pepe Sanchez en el podcast Directores Deportivos. Un código de lenguaje que produce acción. Conocimiento que se pone en marcha. 

Buena parte del playbook que se utiliza en el Dow Center se basa en el concepto de organización cerrada, que escapa a la idea habitual de que en los clubes primero es necesario convencer a mucha gente para producir los cambios que se precisan. En ese desgaste y en esa “rosca” política que muchos dirigentes aman porque les garantiza el control de los hechos, se va la energía de quienes impulsan las nuevas prácticas. El innovador se cansa y se va, los que dieron la batalla políticas se sienten vencedores y el club sigue como siempre. “Los clubes son los que tienen que ser los agentes de cambio para esos chicos que, en su mayoría, no llegarán a vivir del deporte”, dirá Kohan en un momento de la presentación del libro.

“Cuando hay un lenguaje común, no hay imprescindibles. Los imprescindibles son un lastre para una organización. Messi es imprescindible. Pero cuando se trata del conocimiento y hay un lenguaje en común, ese conocimiento tiene que fluir aunque sus creadores no estén presentes. O incluso no estén más en el club”, Miguel Sedoff. 

Jugar al juego, no a la pelota. La enseñanza de un deporte encierra diferentes niveles de complejidad. Uno muy evidente, tan a la vista, que ya resulta casi invisible: se trata de adultos con experiencias y conocimientos que deben transmitir enseñanzas a chicos. ¿Cómo hacerlo? Surge la necesidad de enseñar a comprender el juego.

Voy a dejar una sucesión de textuales del libro para no interferir en la explicación:

“Para facilitar la comprensión del juego es necesario crear un modelo de juego, el cual nos va a permitir tanto a formadores como a deportistas, elaborar procesos simbólicos de entendimiento”

“El juego de equipo es un fenómeno complejo por múltiples razones, pero sin dudas la interacción de muchas mentes intentando resolver diferentes e infinitas situaciones durante el juego bajo un mismo marco de referencia, manifiesta de antemano su complejidad”

.“Hay una enorme diferencia entre jugar a la pelota y jugar el juego. Los equipos que juegan a la pelota son reactivos a ella y la coordinación y conexión colectiva es lenta (…) Los equipos que juegan al juego tienen urgencia por ocupar los espacios y por hacerlo de una manera eficiente”.

“Más del 95 por ciento de la duración de un partido, un jugador no tiene contacto con la pelota. Tal vez sí la tenga su equipo, pero no él (…) Por lo tanto, si el movimiento o la quietud de quienes no tienen la pelota influyen sobre la decisión del que la tiene, debemos lograr que aprendan a tomar decisiones sin la pelota y eso no puede quedar relegado en el entrenamiento”.

“La modelación del juego para el club no pretende ser un acto de imposición a los jugadores y formadores, sino un acto de ordenación (…) Un organigrama de juego redactado en un manual pedagógico se transforma en un activo institucional”.

Con una lectura de todo lo escrito hasta acá, nos damos cuenta de la cantidad de pliegues y la densidad de trama que tiene la organización de la estructura deportiva de un club. Pero puedo asegurar algo: la lectura del libro derivará en que poner en marcha este tipo de planificación no es una tarea imposible, pero sí requiere de consistencia. Lo precisa lo que sigue a continuación: cómo llevar adelante la pedagogía de todas estas ideas.

Mackey, un campo de rugby y su libro

“Pedagogías para el Alto Desempeño Deportivo” es un manual de ideas y planes de acción para crear la cultura y dinámica interna de una organización deportiva. Algo imprescindible, que se puede demostrar con un simple ejemplo: imaginemos un partido de fútbol en el que cada uno de los once jugadores está viendo un partido distinto y además no encuentra el lenguaje común para arribar a la solución de lo que propone el contrario. La escena sería caótica.Quienes trabajan en cualquier emprendimiento colectivo se darán cuenta rápidamente si eso les sucede en su ámbito laboral. Particularmente me ha tocado estar en un programa de televisión donde cada quien imaginaba por su cuenta cómo debía ser el contenido y lo que había que hacer. Duramos menos de tres meses.

El elefante en la habitación es la creencia de que aquellos que jugaron muy bien a un deporte, solo por eso, están capacitados para llevar adelante un proyecto deportivo. Porque fueron grandes figuras. Es una equivocación que resulta hasta antipática dejar por escrito. El libro lo dice y acá lo ratificamos. Es un sabiduría de tribuna que se vuelve contraproducente cuando se instala en las oficinas de un club. En ocasiones pueden estar capacitados, pero la mayoría de las veces no lo están.

Las personas que solo ordenan o mandan, pero no explican, están condenando a sus organizaciones a la falta de entendimiento mutuo y a la rebelión personal”

Las personas que solo ordenan o mandan, pero no explican, están condenando a sus organizaciones a la falta de entendimiento mutuo y a la rebelión personal”, escribe Mackey en lo que para mí es la frase más potente del libro. Cada uno seguramente reconocerá en su “escaneo” particular a un jefe que se comporta así. O desde afuera podrá usar este prisma para entender procesos que se dan en el club de sus amores. Por contraste, también podemos hacer un listado de los clubes donde el cambio de autoridades y de entrenadores no deriva en un nueva metodología de entrenamiento y hasta de línea de juego de sus equipos.

La lección que ofrece el libro es que las organizaciones deportivas tienen que ser organizaciones que enseñan y que además, enseñan a aprender. Que líderes y formadores no deben guardarse nada. Que la información hoy la puede traer un chico y que el docente deberá aplicarle la pedagogía requerida para que eso sea conocimiento colectivo dentro de un equipo. En el más alto nivel, en la falda de los dioses, es Gregg Popovich permitiendo que Manu Ginóbili arme la jugada de los Spurs para el cierre de un partido.

Por todo esto, Mackey, Sedoff y Kohan adhieren a una frase de Julio Velasco que quedó flotando en la sala de la Feria del Libro: “Si vos tenes un ciento por ciento de conocimiento del deporte, pero solo sabes transmitir un 20 por ciento, entonces vales por ese 20 por ciento”.