La renuncia de Diego Milito a seguir encabezando la secretaría técnica de Racing Club al término del actual mandato del presidente Victor Blanco nos despierta algunas reflexiones vinculadas al cargo que ejerce y qué pasa con ese rol en el fútbol argentino.
Visión integral de un club. Diego Milito, en tanto ídolo irreprochable de Racing Club, ocupa el puesto de secretario técnico del club durante tres años. En ese lapso, Racing se mostró como un club de alto perfil en todas sus áreas: marketing, comunicación y obviamente la parte deportiva. Un club que tiene una secretaría técnica consolidada también precisa de otras áreas firmes. Racing muestra eso: innovación en campañas de marketing, integración global con Sports Innovation Alliance y un departamento de scouting avanzado. Con la salida de Milito queda claro que para que haya una secretaría técnica tiene que haber un club en expansión y con visión de futuro.
«Mí idea era terminar con la política que tuvo Racing en la década de los 90, lo cual padecí. Yo pretendo otro club, el de evolución, tecnología, equipos de trabajo y de la mejora en infraestructura»
Secretaría técnica: autonomía y libertad. Esas dos premisas son claves para el desarrollo del área. Los dirigentes de los clubes argentinos (clubes en manos de los socios, sin accionistas, totalmente políticos) deben comprender que la gestión de un área técnica debe ser exclusivamente eso: técnica. Los presidentes y los directivos influyentes deben dar respaldo para llevar adelante esa estructura y definir cuales son los indicadores de éxito para sostener el proyecto, reformularlo o eliminarlo. No hay secretaría técnica sin autonomía ni independencia. Es un cargo técnico. La necesidad de atravesarlo todo con la política ocasionalmente puede dar buenos resultados, pero es más probable que aterrice en la pista del daño propio.
La confusión del nombre propio. El lugar común de los clubes de fútbol argentinos: hay cargo de secretario técnico o manager si hay un nombre propio que lo permita. Todavía no se logra captar la importancia del área sin que provenga de la necesidad o tentación de tener a un ídolo o referente que sirva de escudo más que un especialista en gestión. Milito armó una estructura en la que demostró su principal activo: prescindir del nombre propio para darle valor y jerarquía a la secretaría técnica. El peligro es que con su nombre se esfume todo el valor agregado de manejar el scouting de un club con el perfil y las ideas de los clubes europeos, sin desconocer durante un instante los límites y la problemática de los clubes argentinos.
«Siempre he dicho que los nombres propios no son importantes. Los nombres pasan y lo importante siempre será el club. El escudo por delante de los intereses personales. No hay manager, director técnico ni presidente que sea más importante que Racing»
Hacer política no (siempre) es la solución. Aún quienes pueden ver como un error la salida de Diego Milito enfocan las funciones de las secretarías técnicas como un modo de hacer política por otros medios. En el fondo el reclamo es que Milito para tener más éxito debió ser más político. O directamente ser político y no secretario técnico. Es al revés: la salud y la transformación que puede tener ese rol depende sin concesiones de que deje de ser una función política y solo reservada para la fama de un ex jugador.
La política no es el problema. Que los clubes argentinos tengan que rendirle cuentas a sus socios y no a un dueño, no es una razón para explicar el fracaso de las direcciones deportivas como proyectos sustentables de los clubes. Hay directores deportivos y secretarios técnicos que funcionan y no en los diferentes niveles de conformación de la conducción de los clubes. Lo que es un problema es el equívoco sobre lo que implica hacer política en un club. Que un dirigente pase muchas horas en un club e incluso muchos años; que haya sido clave para resolver asuntos económicos; que haya recuperado y reformulado predios, construido estadios o incluso haber metido la mano en su bolsillo para financiarlo (caramba, ¿no es eso lo que hacen los dueños?) no significa que sus conocimentos de la gestión del fútbol sean los indicados. La política del fútbol argentino se equivoca si cree que a esta altura, todo lo sabe y todo lo conoce. Y los formadores de opinión deberían saber que no es con el presidente con el que hay que hablar para conocer qué refuerzos traerá un club.
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