
Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, generó un hecho sin precedentes durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos Río 2016 en el Estadio Maracaná. ¿Qué hizo? En el máximo escenario deportivo universal donde las marcas no exhiben sus logos, anunció el lanzamiento de un producto. Apagados esos Juegos, que fueron los últimos de Usain Bolt y los últimos de Michael Phelps, el COI encendió Olympic Channel, su propia plataforma over the top; un non stop olímpico 24/7 con circulación de material de archivo y producciones originales que escalaron rápidamente con el impulso de los Juegos de Invierno Pyeongchang 2018 y el mismo año con los Juegos de la Juventud en Buenos Aires. Bach lanzó una marca surgida de la factoría del COI, pero marca al final.
Where The Games Never Ends fue el slogan que iluminó a Olympic Channel desde su salida de la nursery hace casi cinco años, para instalar un concepto disruptivo en 2016: romper con la estacionalidad del evento deportivo. Que vaya más allá de su duración natural y que no terminen ni cuando terminan. Esta tendencia es una de las más fuertes en el marketing deportivo de la actualidad y el COI vislumbró ese comportamiento antes que muchas otras properties. Si los Juegos Olímpicos tradicionalmente tuvieron una calma de más de tres años, con un countdown que se desata 12 meses antes de su inicio y que se acelera a 100 días de la ceremonia inaugural, Olympic Channel llegó para proponerse como una multiplataforma de consumo constante.
La OTT disponible en soportes como YouTube, aplicación, web y canales de grilla en alianzas regionales con sus rights holders, hizo que los Juegos Olímpicos ya no quedaran al final de la caravana de eventos deportivos calendarizados anuales como pueden ser la NBA, Champions League, Copa Libertadores y las ligas locales de fútbol, sumo, cricket o el deporte preferido de cada cultura; ni a dos años de cada Mundial y en compañía cada cuatro años de la Eurocopa.
Olympic Channel se puso en contacto con los fans del deporte en el nuevo contexto digital para atraparlos con formatos y deportes más explosivos como el básquet 3X3, el skate, el surf y la escalada deportiva. Los Juegos Olímpicos se salieron del protocolo de su saber enciclopédico relacionado con Abebe Bikila, Nadia Comaneci y Mark Spitz, con su invitación cuatrienal a conocer su pasado como una lección escolar para poder disfrutarlos, para transformarse en un contenido cotidiano, menos denso y que no requiere de conocimientos previos para su correcto uso. Una de las primeras bienvenidas al fan casual alumbrado por la explosión de las redes sociales.
A tres años de su lanzamiento, a un año de Tokio 2020, en 2019 Olympic Channel ofrecía cifras de su plataforma que eran todo un orgullo para el COI:
- 330% de aumento de tráfico orgánico en sus sitios oficiales
- 75 % de fan engagement con la audiencia sub 35
- 100 producciones con productoras de diferentes países y 65 documentales originales.
- 3.500 eventos en vivo ofrecidos en la OTT con 91 Federaciones Deportivas Internacionales.
- 2.450 millones de videos reproducidos.
Pero entonces hizo su entrada el Covid-19. Y la pandemia convirtió a Tokio 2020 en una auténtica pesadilla.
Postergado por un año, con fecha de inicio para el 23 de julio, los Juegos Olímpicos todavía penden de un hilo a partir de las olas de contagios que invaden Japón. Ya van cuatro olas y una palpable demanda de su población para ir hacia una nueva cancelación que ya sería definitiva. Cualquier instinto que merodee por las coordenadas que unen a patrocinadores, atletas, derechos de transmisión y broadcasters arriesgaría que Tokio 2021 seguirá adelante al costo que sea necesario. Imaginar ocho años sin Juegos Olímpicos y con tantos negocios atados a su realización no parece algo posible en este mundo. Todas las ligas y todas las organizaciones de algún modo perforaron a la pandemia aún con competiciones desabridas y solo por cumplir. La “calle” en Tokio no quiere saber nada con los Juegos Olímpicos. Según datos relevados en marzo, solo el 9 por ciento de la población sostiene que la realización de los Juegos debe continuar según lo planificado. Un 21% quiere que se hagan sin público extranjero (lo cual ya está confirmado), y un 15% que lo quiere a puertas cerradas.

El COI la tiene difícil con su logística inevitablemente masiva y con dramáticas concesiones ya hechas: los Juegos serán sin espectadores extranjeros y con los fanáticos locales todavía en duda. Unos Juegos sin público suponen pérdidas estimadas en 19 mil millones de euros. No habrá mezcla cultural ni intercambios de pins en los parques. La Villa Olímpica debe recibir a 15.400 atletas en total entre los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y garantizar las condiciones sanitarias para todos ellos. Un hotel con 300 habitaciones ya espera vacío a los contagiados con síntomas leves o asintomáticos. El recorrido de la antorcha olímpica fue alterado en varias oportunidades de acuerdo a los números de contagios y el pasado 2 de mayo su paso por Osaka directamente fue cancelado. Osaka y Tokio son sitios declarados en emergencia sanitaria. Aquí pueden ver en tiempo real los índices de contagio en cada prefectura de Japón.

Los datos aquí arriba muestran como toma cuerpo la cuarta ola. En junio próximo el Comité Organizador publicará su último playbook con las normas para todos aquellos que viajen a Tokio entre atletas, directivos y periodistas. Cada playbook distribuido representa un nuevo paquete de restricciones y contratiempos para atenerse a las normas sanitarias. Actualmente se requieren 14 días de estricto confinamiento antes del viaje: dos tests hechos por separado 96 horas antes de tomar el vuelo, un confinamiento de 3 días una vez en Japón; un detalle de los movimientos previstos en Tokio y sin posibilidad de alterarlos; distancia de más de un metro entre periodistas y dos metros con deportistas y prohibición absoluta de tomar transporte público. Como consecuencia del Covid-19, hemos llegado al momento en el que atleta y enviado especial, entrevistado y entrevistador, prácticamente pierden todo contacto entre sí. La narración de las historias del futuro del deporte puede ser que se armen con sentimientos y emociones contadas por audios de whatsapp. La pandemia profundizó las distancias entre el hecho deportivo y los enviados especiales como testigos de ese suceso. Un nuevo desafío para una vieja profesión.

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, bajo el imperio del coronavirus, se intuyen como una sucesión de escenarios deportivos televisados y sin efervescencia disponible para las hazañas deportivas y el entrecruzamiento de los fanáticos de todo el mundo en los lugares públicos. Los atletas serán testeados diariamente mientras estén en Japón. Desde el punto de vista del alto rendimiento, Tokio 2020 es una incógnita enorme: los atletas que se prepararon para este ciclo, con el año de postergación, tuvieron que agregar un esquema de preparación y entrenamientos un 25 por ciento por encima del plan original. Eso representa la demora de un año: un 25 por ciento más de espera, cargas y reformulación de los objetivos pautados. En el alto rendimiento eso es una bestialidad.
Suele decirse que los Juegos Olímpicos suponen la mayor logística y despliegue de recursos humanos y tecnológicos de la humanidad en tiempos de paz. “Son 32 Mundiales de 32 deportes diferentes que se juegan todos los días durante 17 días”, cuenta Andrés Nieto, director de Claro Sports Latam durante su intervención en Nextv Sport Latin América. Para semejante demanda, Olympic Broadcasting System (OBS), la estructura endémica creada en 2008 por el COI para generar sus transmisiones, ya desplegó a más de 200 personas para comenzar a trabajar en la producción de los contenidos audiovisuales de Tokio 2020 en 2021.
El personaje clave en este andamiaje es Yannis Exarchos, CEO de OBS y director de Olympic Channel. En su última intervención en SportsPro Live, acomodado en su oficina del cuartel general de Olympic Channel en Madrid, reveló datos muy interesantes sobre la oferta audiovisual de los Juegos. Ví su exposición: escucharlo describir el operativo que montaron transmite una confianza que no se si Thomas Bach la tiene.
-“Produciremos un total de 9.000 horas originales para nuestros broadcasters y también para las plataformas digitales. Eso significa que no solamente produciremos los feeds de las competencias, sino también videos cortos para social media. La cantidad de horas es record para los Juegos Olímpicos”.
-”Para tener una idea de la dimensión de lo que son los Juegos Olímpicos y las transmisiones en vivo, piensen en los Mundiales de Fútbol y hagan la cuenta: son 64 partidos y cada uno de ellos dura aproximadamente 2 horas..”.
-“Todas nuestras operaciones y las de los broadcasters tendrán lugar en la nube de Alibaba Cloud que es nuestro partner tecnológico en ese rubro. Venimos trabajando con ellos desde Pyionchiang 2018. Todas las operaciones son remotas. Todo el contenido está alojado ahí”.
-“Las 9.000 horas serán generadas en 4K. Será la primera transmisión totalmente nativa en ese formato. Ya no se trata de una generación alternativa de contenidos en esa calidad, sino de la totalidad de los contenidos audiovisuales de los Juegos Olímpicos”.
-«Como productores y broadcasters, lo que realmente me emociona es cuando ves que la tecnología está al servicio de la narración. Me encanta la tecnología pero me encanta más la narración de las historias».
En el siguiente gráfico podemos ver cómo fueron aumentando la cantidad de horas de TV producidas en cada uno de los Juegos desde Seúl 88 hasta Río 2016. Londres 2012 fueron los primeros Juegos que pudieron verse en algunas plataformas vía streaming de video.

Ese entusiasmo de Yiannis Exarchos es el que se espera que tengan los fanáticos para los Juegos Olímpicos. Tokio 2020 producirá un 30 por ciento más de contenidos audiovisuales con relación a Río 2016. En ese entonces las comunidades deportivas se encontraban en Facebook. A ellos les habló Michael Phelps cuando echado en su cama de la Villa Olímpica hizo un Live -casi nadie los hacía en ese tiempo- para anunciar que esos habían sido sus últimos Juegos y acumular 4 millones de visualizaciones. Otra bestialidad de Phelps. Instagram todavía no había estallado. Twitter era la plataforma donde circulaba veloz la información y los resultados. Igual que ahora. Snapchat era una excentricidad. Igual que ahora.
¿Pero qué tipo de fanáticos tienen los Juegos en 2021? “Los Juegos Olímpicos se volvieron deportes de nicho. Las nuevas audiencias que consumen digital eligen esos nichos y son consumidores que muchas veces saben más y están más informados de esos deportes que los propios talentos (comentaristas). Ya no miran lo que toca en la programación, miran lo que ellos quieren ver. Las plataformas digitales han democratizado ese acceso y nosotros debemos agregar canales adicionales para satisfacer ese modo de consumir”, agregaba el speaker Andrés Nieto desde la perspectiva de Claro Sports.
«Los Juegos Olímpicos se volvieron deportes de nicho. Las nuevas audiencias que consumen digital eligen esos nichos y son consumidores que muchas veces saben más y están más informados de esos deportes que los propios comentaristas»
Andres Nieto, Director Claro Sports
Ya sabemos cómo son los nuevos fanáticos de los Juegos Olímpicos. Hay pocas noticias sobre quienes podrían ser los nuevos héroes deportivos de Tokio 2020. La pandemia tapa todo. Japón es un país con 3.5 millones de dosis de vacunas aplicadas sobre 126 millones de habitantes. En ese contexto se espera que se hagan los Juegos.
Pasar de Rio 2016 a Paris 2024, con ocho años olímpicos en blanco, no está en la cabeza de nadie. 15.400 millones de dólares de gastos, un 21 por ciento por encima del presupuesto original y pérdidas estimadas en 35.600 millones de euros si se cancelan definitivamente, no permiten pensar otra cosa. Que los Juegos nunca se terminen fue el disparador para Olympic Channel. En el mundo en que nos toca vivir desde fines de 2019, el objetivo es más modesto: que comiencen.
Follow Me