En un escenario donde la inmediatez gana terreno y son más las reacciones que las historias que se generan, no es casualidad que los contenidos deportivos más interesantes provengan de formatos asincrónicos: vivimos un gran momento en cuanto a la producción de documentales y libros de deportes, acaso los únicos contenidos que se pueden dar el lujo de hacer la pausa y desarrollar una historia durante un periodo largo de tiempo.
“3DT”, dirigida por José Glusman -el mismo que había realizado el documental sobre León Najnudel- y estrenada en el festival BAFICI esta semana, retrata a Julio Lamas, Ruben Magnano y Sergio Hernández, quienes fueran entrenadores durante el periodo 1999 a 2021 de la selección argentina de basquetbol.
La película pone el foco en la tendencia a complementarse de los tres, tanto en la continuidad que le dieron a las ideas de su predecesor, como en la poco habitual alternancia de roles (especialmente de Lamas y Hernández) como entrenadores principales y asistentes a lo largo de los ciclos. Una idea que si bien no es del todo original –un abordaje cercano tuvo uno de los capítulos de la serie documental de “Vamos a Revisar” de TyC Sports-, hace justicia al profundizar en los aportes de quienes, desde la banca, construyeron y sostuvieron el equipo argentino durante los últimos años.
El documental elige contar cada una de las historias cronológicamente, desde los inicios en el basquetbol de cada uno de los entrenadores hasta sus máximos logros, alternándose con pequeñas y precisas escenas que contextualizan la realidad social de la Argentina en cada momento: la dictadura, el regreso de la democracia, las crisis económicas.
Este relato ordenado, permite dimensionar que este grupo no solo consiguió una medalla imposible, sino qué lo hizo superando un «Italia 90» para llegar a su «México 86», y que estuvo muy cerca de hacer su legado todavía más grande: en la sala, veinte años después, los espectadores lamentaron la falta a Hugo Sconochini en Indianapolis, pero también el triple errado de Nocioni en el mundial de Japón, recordaron el cuarto puesto Olímpico en Londres 2012 (que tiende a olvidarse por los triunfos anteriores) e insultaron bajito el increíble partido de Ricky Rubio en la final de China 2019.
Cada historia se repasa con la voz de quien fuera el entrenador principal en cada periodo, interactuando con los aportes de un elenco estable conformado por los cinco jugadores claves de la Generación Dorada (Ginóbili, Nocioni, Oberto, Pepe Sánchez y Scola) y de Horacio Muratore, quien estuviera al frente de la CABB durante esos años.
Esta lista reducida de participantes le da el tiempo suficiente a cada uno para entregar conceptos más profundos y en muchos casos, inéditos, respecto del equipo. Ese espacio, acaso uno de los mayores aciertos del film, permite ver a un Ginobili más analítico que de costumbre, a Luis Scola elogiando ciertos detalles de los procesos sin perder su mirada crítica y a Chapu Nocioni brutalmente honesto en cada una de sus intervenciones.
El otro punto clave es la mirada que propone el documental para esclarecer muchos de los “secretos a voces” que se contaron respecto a este equipo. Glusman encuentra la forma de contar como virtudes, a la luz del proceso completo, las principales críticas que recibieron estos entrenadores. De este modo, la juventud y el carácter estructurado de Julio Lamas construye buena parte del juego del equipo, la presión ejercida por Magnano se revela como absolutamente necesaria en el momento histórico que se ejerció y la flexibilidad de Sergio Hernández resulta la pieza clave para darle continuidad a un grupo de jugadores que ya había ganado todo.
Todos estos emergentes se construyen en base a confesiones crudas por parte de los protagonistas: las decisiones por descarte de Muratore y su comité, el bajo nivel de la Liga Nacional, las miradas de reojo de los jugadores por la contratación de un entrenador sin experiencia internacional como Sergio Hernández, el cansancio y la sobreexigencia en los entrenamientos de Magnano, la confusa aparición de un entrenador principal como Lamas en el rol de asistente, el dolor de Magnano al enfrentar, con Brasil, a este equipo y los reclamos por trabajos de scouting de rivales hechos sin consultar a los jugadores, entre muchas otras situaciones.
El estreno de la película, a sala llena en el marco del festival BAFICI y con la presencia de Sergio Hernández y Julio Lamas, permitió acercarles a los protagonistas parte del inmenso cariño que le tiene el público a ese equipo y a ese momento histórico. Aunque nos pese a los más futboleros, hay que decirlo, la Generación Dorada del basquetbol es el equipo más importante de la historia del deporte argentino, y nunca serán suficientes las películas, los libros o cualquier clase de contenido que se genere acerca de las hazañas de ese grupo de jugadores, entrenadores y asistentes que lo hizo posible. En ese contexto, es destacable que el documental evite mayormente paralelismos simplistas.
Aunque nos pese a los más futboleros, hay que decirlo, la Generación Dorada del basquetbol es el equipo más importante de la historia del deporte argentino.
“Cuando se agranda la cancha es complicado” dijo Julio Lamas al ser consultado luego de la proyección si la política argentina no debería aprender de la ordenada alternancia ese grupo de entrenadores. La película cuenta como el altruismo y la empatía de ese grupo en general y esos entrenadores en particular funcionó para ganar campeonatos de basquetbol y mayormente, para construir un equipo. No es poco, no hace falta forzar analogías.
“Liderar es más acerca de lo que tenés para dar que para recibir” recuerda Sergio Hernández en el cierre de la charla post-función. En otro contexto, hubiera sonado a frase hecha.