Franco Costanzo planificó el día después. No dejó que el retiro llegara como un visitante indeseado. Se preparó: volvió a las aulas para capacitarse, hizo una pasantía en Universidad Católica y regresó al Basel de Suiza, club en el que jugó durante cinco años con un proyecto que diseñó a medida del club. Hoy es el embajador del club en Sudamérica, y es la persona responsable de ayudar a la adaptación de los habla hispana en la institución. Sudamérica no es un mercado más para el Basel. Hay muchos casos de futbolistas que arribaron, rindieron y fueron vendidos por una cifra mayor. El último fue Omar Alderete, el exdefensor paraguayo de Huracán: los suizos lo pagaron 1.5 millones de euros, y lo vendieron un año más tarde por 6.5 millones de euros al Hertha Berlín. Costanzo es una especie de predicador en el continente, y su mensaje es contundente: “Basel puede ser un gran puerto de entrada a Europa”.
-¿Por qué decidiste seguir estudiando después de tu retiro? ¿Qué sentiste que necesitabas encontrar en los ámbitos académicos?
-Cuando me retiré me pasó lo que le pasa a la mayoría de los chicos cuando se retiran, que es ver de qué manera te reinsertás, de qué manera te volvés a sentir importante. Yo siempre tuve la idea de que la mejor manera de hacerlo era capacitándome. Cuando terminé de jugar en Chile, hice el programa de sports managment de la FIFA/CIES y, como recién me había retirado en Universidad Católica, hablé con Tati Buljubasich y el gerente general del club para ver si me dejaban hacer una especie de pasantía para compartir lo que era la parte teórica de mis estudios con la práctica del club. Quería aprender cómo era el fútbol detrás de un vestuario, entender por qué pasan las cosas, por qué se toman ciertas decisiones. Uno como futbolista exige y se queja, pero después entiende por qué no se tomó el chárter o se fue a otro hotel.
-¿Cómo volviste a Basel y cuál es tu función hoy en día?
-Con mi familia siempre tuvimos la idea de volver a Basel. Es un lugar donde la pasamos muy bien: mis tres hijos son de acá. A raíz de mis estudios, presenté un proyecto en el con lo que pensaba que podía ayudar desde mi lugar, y me puse a disposición del club. Quería ayudar en el crecimiento de la institución. Estructuré el proyecto en tres patas. La primera tiene que ver con un faltante que vi en mi época de jugador, y que muchos clubes todavía lo tienen como faltante dentro de sus estructuras: la figura de una persona que ayude en la adaptación al jugador extranjero que llega al club, en este caso a Suiza, un país distinto en todo sentido. En el fútbol se dice que el periodo de adaptación de un futbolista dura entre 5 y 8 meses, pero si el club hace una inversión millonaria en un jugador, ¿cómo se va a dar el lujo de esperarlo ese tiempo para que rinda como debe? El club necesita que rinda ya. Yo marqué que quería ser esa persona de contacto que esté con el jugador y le simplifique la adaptación: conozco el club, la ciudad, el idioma y puedo acortar el proceso de adaptación para que rinda más rápido. Otra de las patas del proyecto –y esto es algo que les ocurre a muchos clubes europeos que no tienen infraestructuras grandes– es que cuando quiere incorporar a un futbolista, empieza a hablar con gente del club, se mete un intermediario, y al final nunca sabés si hablás con la persona correcta. Entonces ese interés por un jugador puntual, que valía una cierta cantidad de dinero, a las tres o cuatro llamadas duplica su precio porque se metieron dos o tres personas en el medio. Yo puedo ayudar en esa situación: en dos minutos sé con quién hablar y puedo interceder para que la negociación fluya más fácil. La tercera pata es ser un embajador del club en Sudamérica haciéndole ver a los directores deportivos, representantes y jugadores que venir a Basel es una opción correcta en su desarrollo profesional.
«Yo quiero hacerle entender al jugador que tal vez no es la mejor decisión ir a la Segunda de España: que probablemente sea mejor venir a Basel, sobresalir y ser realmente importante en un club y una liga a la que vienen scouts de todo Europa todos los fines de semana»
-¿Por qué dirías que Basel es esa opción correcta?
-Porque muchas veces –e incluso me pasó a mí como jugador– llegan dos ofertas en iguales condiciones: la del Basel y una de un club recién ascendido de la liga de España. Y el futbolista elige España. Yo quiero hacerle entender que tal vez esa no es la mejor decisión: que probablemente sea mejor venir a Basel, sobresalir y ser realmente importante en un club y una liga a la que vienen scouts de todo Europa todos los fines de semana. Que va a jugar a nivel europeo, y eso le va a facilitar el paso a una liga más importante. Si va a España, para seguir el caso, lo más probable que le ocurra –o no, porque es hipotético– es que llegue a ese club, tenga un par de malos resultados, al entrenador lo echen a los cinco partidos, el técnico que llegue no lo conoce, y no juegue en todo el año. Y sí: habla el mismo idioma, está en un lugar con sol, pero para la carrera del deportista en ese momento no era el paso que tenía que dar. Por eso yo quiero hablar con todos los actores en Sudamérica haciéndoles entender que, para los jugadores que en ese momento no tienen las condiciones como para ir a un equipo de primera línea de las Big-5, Basel es un paso intermedio y un trampolín grande para seguir creciendo a nivel deportivo.
-Quiero volver al proceso de adaptación: ¿qué necesita un futbolista para adaptarse bien a un club y de qué manera se le puede sacar el mejor rendimiento lo más rápido posible?
-Depende de muchas cosas. Si viene con su familia, depende de que ellos también se adapten. No sirve enfocarnos en el jugador si su esposa y sus hijos la están pasando mal. Si pasa eso, el futbolista no va a rendir como debe rendir. Buscamos poner el foco en la parte familiar. También depende de las ganas que tenga de crecer el jugador. Está claro: por más que yo le cuente cómo es el club y lo ayude a manejarse bien, si no pone su parte, no sirve. Las ganas de triunfar y de que esto sea simplemente un primer paso, o un puerto de entrada a Europa, tiene que estar latente en el jugador.
«Un jugador puede fracasar porque vos no le diste la posibilidad de tener algún contacto para que lo guíe en el país donde está«
-En lo concreto, ¿cómo te involucrás en ese proceso?
-Cuando llega, salgo a comer con él después de la presentación. Le cuento la idiosincrasia del club, lo bueno y lo malo, que lo conozco bien por haber estado en los dos lados del mostrador. Si viene con su familia, lo ayudo a encontrar un médico, a buscarle guarderías y colegios. Soy su persona de contacto. Son cosas básicas, pero ayudan a que se sienta a gusto lo antes posible.
-¿Y hay clubes que no tienen esta función?
-A mí me pasó como jugador en muchos clubes: llegaba, firmaba el contrato y mucho más que eso no había. Después tenía que salir a buscarme la casa, el colegio de mis hijos, los médicos. Y es complicado, especialmente por el idioma. Acá se habla alemán e inglés, pero si no hablás inglés se te complica. Yo no puedo creer que se invierta tanta plata en un jugador y al final lo dejen a la deriva, sin el apoyo necesario para que se sienta lo más a gusto posible. Y eso pasa. Por ahí vos estás pendiente de las grandes cosas, pero una operación puede terminar siendo mala por los detalles que no atendiste. Un jugador puede fracasar porque vos no le diste la posibilidad de tener algún contacto para que lo guíe en el país donde está.
-¿Hay una relación entre esa adaptación y el rendimiento en el corto plazo?
-Yo creo que sí. Totalmente. Cuando un jugador se siente a gusto y se incorpora a una idea, al plantel, a la ciudad, si se identifica con los hinchas, todo se hace más fácil. Esos detalles se ven en la cancha y terminan influyendo en el jugador cada fin de semana.
-Lo más difícil es predecir esa adaptación: ¿cómo detectás si el jugador tiene la personalidad para adaptarse en un contexto como el Basel?
-Hay maneras. Haber estado del otro lado durante muchos años hace que conozca a un compañero, al director deportivo o al representante. Siempre sabés con quién tenés que hablar. Hacemos una investigación previa a seguir adelante en la contratación: yo necesito saber cómo se comporta, cómo es su familia. Son aspectos importantes que a la larga hacen que considere si un futbolista puede adaptarse a nuestra idiosincrasia o no.
-Entonces, te planteo este dilema: ¿recomendarías a un jugador que tiene mucho talento pero que no tiene las cualidades para adaptarse en Basel?
-No. Si considero que no se va a adaptar, no le hago un bien ni al club ni al jugador porque seguramente no sea el paso que tiene que dar. Posiblemente no se pueda adaptar acá, pero sí en otro club.
-En el último tiempo, el Basel y la liga Suiza se convirtieron en un destinos atractivos para los sudamericanos: llegan, rinden y tienen una segunda venta a otras ligas europeas. ¿Por qué en el Basel logran desarrollarse?
-En los últimos 15 años, Basel siempre tuvo jugadores sudamericanos en el plantel: argentinos, paraguayos, ecuatorianos. Al hincha del club le gusta el jugador sudamericano por su carácter, desparpajo y entrega. Suiza es un país central en Europa y tiene la influencia de los países que están a su alrededor: Francia, Alemania, Italia. Para los scouts es muy fácil venir a ver partidos acá porque estamos muy cerca: hay muchos todos los fines de semana. No solo el Basel es un club vendedor: el resto de los equipos también venden muchos jugadores a Bundesliga, Ligue 1 y Premier League. Suiza es una liga vendedora, como Bélgica, Portugal y Holanda, que son ligas de paso. Ese es el gran potencial que tenemos como club. Y tenemos un plus: jugamos una competición europea casi todos los años, y esa es una vidriera gigantesca para cualquier jugador.
-¿Cómo scoutean en Sudamérica?
-Tenemos un departamento de scouting en el cual hay una persona ciento por ciento abocada al fútbol sudamericano y otra a Brasil, que está separado por un tema de idioma y amplitud de mercado. Antes de la pandemia viajábamos mucho. También tenemos scouts en Europa del Este, que es un mercado muy importante para nosotros, y está dividido por zonas. Cubrimos los mercados que son atractivos para nosotros. No miramos a un jugador de Premier League porque no es nuestro perfil, pero sí la liga de Croacia. Manejamos el scouting de esa manera. Trabajamos con plataformas online, porque es la única manera de verlo, pero tratamos de ver al futbolista en directo y hacer el seguimiento fino para tomar una decisión.
«Tenemos un departamento de scouting en el cual hay una persona ciento por ciento abocada al fútbol sudamericano y otra a Brasil, que está separado por un tema de idioma y amplitud de mercado»
-¿Cubren todos los países de Sudamérica?
-Sí. Ponemos mucho énfasis en Argentina porque tradicionalmente el club tiene una historia con futbolistas argentinos. También Uruguay y Paraguay, que pasaron muchos en este tiempo. Pero el hecho de estar en contacto con muchos clubes y generar relaciones hace que empiecen a ofrecernos a jugadores que nosotros ya conocemos y venimos siguiendo. No buscamos solamente que el futbolista tenga potencial dentro del campo, sino que también buscamos saber si ese jugador se va a adaptar en el corto plazo.
-¿Qué fortalezas creés que ven los clubes compradores de las Big-5 en el Basel?
-Esto lo escuché de otros directores deportivos: ellos no buscan al futbolista por el cual nosotros apostamos. Nosotros no podemos comprar al jugador hecho. El mismo futbolista que nosotros tomamos el riesgo de traer, ellos lo conocen y seguramente ven que no está listo para ellos. Prefieren que lo compre un club como el Basel, se desarrolle, ven cómo le va en un año o año y medio, y después pagan más para comprárnoslo a nosotros porque saben que es un jugador probado en Europa, que jugó en competiciones más importantes. Por eso tantos clubes miran a los jugadores extranjeros que traemos: porque ya pasan el primer filtro.
-Me hablaste de tu rol de embajador, una figura que está empezando a crecer. ¿Es una profesión a futuro dentro del fútbol?
-Sí. En realidad, yo soy un representante del club en Sudamérica. Muchos clubes en Europa potencian la imagen del club a través de estos embajadores. Bayern Munich lo hace mucho: es un monstruo que fomenta esa figura con su grupo de embajadores, todos ex futbolistas exitosos en el club que por ahí hacen una gira en China para generar engagement con los hinchas y provocar el fanatismo hacia la institución. Inter también lo tiene. El Basel no está cerca de eso porque no lo puede hacer, pero lo bueno de lo que hago es poder contar la historia de los dos lados. Yo voy a Argentina y saben que jugué en Suiza, y me puedo manejar en Sudamérica porque soy de allá. Esa conexión es el valor agregado que puede tener mi trabajo.
-¿Y tu función es que los clubes te llamen para ver qué pueden aprender del Basel?
-Absolutamente. Buscamos enriquecernos mutuamente. Yo quiero ver qué hacés vos, pero si querés ver cómo trabajamos nosotros, somos muy abiertos. Ahora cambió, pero invitamos a muchos clubes a que vengan a conocer nuestro método de trabajo. Se trata de eso: no solo llegar como punto final a hacer una transferencia, si no a que vengan gerentes de marketing o gente de inferiores para que vean cómo hacemos las cosas. Está buenísimo que sea así.
-El último punto es el que tiene que ver con los intermediarios. ¿Te imaginás un fútbol con cada vez más relaciones de club a club?
-Puede ser porque los clubes están abiertos a este tipo de negociaciones: te reciben de otra manera cuando vas directo. Se tiende a estigmatizar a representantes e intermediarios, y la realidad es que hay buenos y malos como en todas las profesiones. Hay que trabajar con ellos. Obviamente, a nosotros, los exjugadores, nos toca una etapa en la cual somos privilegiados: a veces hago cosas con gente con la que jugué, que enfrenté, o que tengo amigos en común. Esa posibilidad genera una facilidad muy grande. Y en el fútbol nos conocemos todos: es fácil tener referencias de una persona que no conocés. Eso está pasando mucho en el fútbol actual.
-¿En la nueva normalidad te imaginás más tiempo en Sudamérica que en Suiza?
-No, siempre en Basel por mi familia. Pero mi idea siempre fue cada dos meses ir 15 días, estar en contacto permanente, pero instalado acá.
Follow Me