
Rafael Nadal no va a jugar Roland Garros, torneo que ganó en 14 ocasiones. Nadal sufrió una lesión en Australian Open y desde entonces su ausencia ha sido permanente y su regreso casi imposible. El tenista español anunció en una conferencia de prensa que se ausentará del circuito de manera temporal y que 2024, de ser posible, será su última temporada en el tenis profesional.
Roland Garros es el gran ordenador de todo el ecosistema de competencia de Nadal, por lo menos desde 2005 cuando lo conquistó por primera vez. Sin Roland Garros los puntos de referencia de su carrera son menos fáciles de leer y por eso intentará rearmarse en 2024 y jugarlo por última vez. Eso hacen todos los campeones que tienen un romance en particular con algún campeonato. Nadal ganó 22 Grand Slams, 92 titulos de ATP, dos medallas doradas en 2008 y 2016 y quiere su última escena en París. La merece.
Tomamos lo que dijo Nadal en su conferencia de prensa como disparadores para entender cómo funciona una mentalidad ganadora y reflexiva. Nadal también puede dar lecciones de comunicación y hacernos conocer de qué se trata la alta competencia. Podríamos agregar que no dar nunca una pelota por perdida, no pensar en el error cometido recién ni quedarse encantado con el festejo que ya sucedió, son otras lecciones que Nadal nos dio en toda su carrera. Pero son a la vez muy evidentes.
Van a encontrar ahora, una serie de ideas basadas en los textuales de Nadal en la rueda de prensa de su anuncio.
Cada partido y cada resultado (bueno o malo) son la coronación de un proceso
Dijo Nadal:
“La realidad es que, de cara al exterior siempre quedan las victorias y los momentos buenos, a nivel personal, del trabajo diario, que es lo que a uno le da la felicidad han sido años realmente difíciles, me ha costado tener una continuidad en todos los sentidos por culpa del físico que ha ido encadenando lesión tras lesión«.
Los espectadores vemos las escenas iluminadas. Nadal encuadra esos momentos buenos como una secuencia que comenzó mucho antes. La felicidad no está únicamente en el partido en el que Nadal levanta la copa, sino en la posibilidad cotidiana de estar pleno, sano y disponible para entrenarse, preparar un torneo, luego preparar cada partido que toca y finalmente intentar ganarlo.
Todas estas cosas serían obviedades si no fuera porque la mayoría de los análisis y opiniones del deporte espectáculo se centran en el “match day”, que finalmente es el que mueve los engranajes de toda una industria. Las audiencias son convocadas para ese “momento bueno” y el backstage de esa obra permanece oculto. Nadal nos recuerda que para que eso suceda, al menos para sus propios estándares, es necesario abordar todo un proceso sin contratiempos. O con pocos, lo cual nos lleva al texto siguiente.
La alta competencia es un manojo de problemas a resolver y además es feroz
Dijo Nadal:
«Soy bastante tolerante a la frustración y bastante positivo, pero hay un momento en el que hay que poner freno. Han sido muchos meses complicados, necesito un descanso yo y lo que están a mi lado»
Meses complicados. Frustraciones. La vida del tenista tiene esas fricciones propias del atleta de alto rendimiento y sus condimentos particulares: la gestión individual de cada inconveniente de un juego que puede durar horas, el cansancio, los dolores, el duelo entre la psicología de uno mismo y la del rival. Nadal siempre supo y asumió que jugar al tenis profesional se trataba de resolver conflictos a cada instante, cada vez que la pelota del adversario pasa la red. Además estuvieron las lesiones, como se describe en esta imagen que vale como testimonio.

El deporte de elite es feroz. No tiene piedad. La psicología en el deporte tiene mucho para aportar sobre cómo un atleta puede protegerse frente a esa realidad. Las conversaciones en boga sobre la salud mental son un gran paso. Pero lo que no se puede evitar -no por ahora- es reconocer que el deporte de élite es lo que es: cruel y despiadado. ¿Podría ser de otra manera? En un mundo ideal, tal vez. El primer paso positivo sobre la salud mental en el deporte profesional es mostrar la pintura tal cual es y no embellecerla artificialmente. Eso es proteger. Nadal siempre supo cómo era lo que debía enfrentar.
Diseñar un futuro, construirlo y ejecutarlo: la lección número uno
Dijo Nadal:
«Tengo la satisfacción de que durante mi vida he hecho las cosas que hemos buscado, a veces se han conseguido, a veces no. Quiero terminar de la manera que quiero terminar. No me quiero ir antes de hora, siempre vale hacer un esfuerzo más, siempre ha sido mi filosofía”
Los resultados de Rafael Nadal no fueron cosas que “pasaron”, sino el resultado de una búsqueda. Apuntar a la Luna y tratar de conseguir lo máximo en ese esfuerzo. Es también obvio que Rafa Nadal puede verse como un ejemplar único, irrepetible, pero su manera de diseñar, construir y ejecutar son inspiradoras.
Cada quien debe encontrar la suya. ¿Qué club queremos ser? ¿Cómo podemos ir hacia ese ideal? . Y lo que es más: ¿quién nos marca los tiempos para ese proceso? Ahí es donde cobra más valor la expresión “no me quiero ir antes de hora”. Nadal diseñó su carrera y será su decisión, y no la de un factor externo, la que determine cuando es momento de hacer de la pausa ocasional un retiro definitivo.
Siempre hay una audiencia y comunicar es una obligación
Dijo Nadal:
«No me gusta la palabra, pero no me merezco terminar así. Creo que me he esforzado en toda mi carrera para que mi final no sea aquí, en una rueda de prensa».
Un buen dato dado a conocer por Relevo luego de la conferencia de prensa de Rafa Nadal: ocho comunicados entre la lesión sufrida en el Abierto de Australia -enero- hasta el gran anuncio del 18 de mayo. La gestión de lo que se puede entender por malas noticias -lesiones, intentos de regresos, bajas de un gran torneo- siempre tuvieron en Rafa Nadal y su entorno una estrategia comunicacional muy detallada.
A través de videos o hilos de Twitter, Rafa Nadal siempre explicó lo que debía ser explicado y tuvo como política minimizar los niveles de incertidumbre que pueden inquietar a sponsors, organizadores de torneos, autoridades varias y especialmente a su gran base de fanáticos.
La comunicación siempre fue clave para Rafa Nadal en tiempos en los que se suele confundir la publicación de posteos en redes sociales con el hecho de comunicar. Son herramientas que se cruzan, pero no son lo mismo. Nadal publicó y comunicó. Diría que principalmente lo que más hizo fue esto último.
Nadal no quiere que su final como tenista sea en una conferencia de prensa, pero ese ámbito ha sido una raqueta más en su raquetero. Todavía los profesionales del deporte no logran comprender la importancia de comunicar, de eliminar todo lo que se pueda la incertidumbre, de tener un storytelling cuando se gana, pero también cuando se pierde.
Hay muchas formas de comunicar y siempre una máxima: si se elige el silencio como parte de esa política, ese silencio suele ser llenado con rumores, filtraciones y malentendidos.
No se trata de contar lo que no se puede contar, sino de tener el discurso apropiado para cada momento.
Tan fuerte fue siempre la comunicación de Rafa Nadal, que hasta uno de los sponsors se dio el lujo de hacer esta publicidad en vía pública.

No hay que contarlo todo, pero tampoco mentirse
Dijo Nadal:
«Te escuchas a ti mismo y vas entendiendo lo que va sucediendo. Aceptación desde un proceso de honestidad hacia uno mismo y se van tomando las decisiones, que no son dramáticas, todo tiene un principio y sobre todo, desgraciadamente, todo tiene un final»
Aceptación y honestidad. La verdad por más dura que sea. Tomar decisiones en función de esa información que no podemos obviar y mucho menos poner debajo de la alfombra. Asumir las cosas como son y no comenzar el autoengaño para no engañar luego a los demás. Todos postulados que funcionan en cualquier industria y en cualquier organización. Una mirada desde Rafa Nadal que impacta en cualquier sector. Muchos más si se trata de una organización deportiva.
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