En el fútbol argentino se hacen un promedio de 9.3 substituciones por partido, la mayoría entre los minutos 60 y 85 del juego: ¿Tienen impacto o terminan por desarmar el juego? ¿Hace falta sostener los cinco cambios en el fútbol?
Boca y River protagonizaron el superclásico local más relevante de los últimos años. Después de un primer tiempo parejo, todo se resolvió en la segunda parte: entre los minutos 60 y 85 hubo nueve cambios, dos goles (en tres remates) de Boca y un River que monopolizó la posesión (73%) pero no pateó al arco en ese tramo.
Entre los 60 y los 85 minutos es donde se concentran casi la totalidad de las modificaciones en el fútbol argentino, donde, al igual que en casi todo el mundo, se amplió de tres a cinco el número de cambios post-pandemia. Presumiblemente, es en ese tramo donde el juego más se corta y tiende a desarmarse.
En la conferencia de prensa post partido, Martín Demichelis apuntó el tema: “el segundo tiempo se hizo muy cortado, no había dos o tres minutos de fluidez y eso nos perjudicó”, la referencia no sólo es a que se jugó poco tiempo efectivo (46 minutos de 100 totales) sino a que la sucesión de cambios de uno y otro lado terminaron más por desarmar las ideas de juego, que bastante bien habían desarrollado los dos equipos en la primera etapa. Para cuando el partido se “volvió a armar” ya estábamos en tiempo de descuento.
El impacto de los cambios fue escaso. En Boca, salvo la entrada de Figal por Saralegui que le permitió a Boca hacer ajustes defensivos, ninguno de los ingresantes aportó demasiado: Benedetto sólo tuvo un remate desde 70 metros, Campuzano tocó una única pelota y Langoni directamente no participó.
En River, Barco y Lanzini estuvieron más activos, aunque con poco peso en ataque, entre los dos se combinaron para dos remates (0.05 goles esperados acumulados) y dos asistencias de remate. Simon generó una chance importante que Borja no pudo definir y algunos cierres, en cambio, Solari aportó sólo un remate de baja probabilidad y Fonseca apenas intervino.
Más futbolistas, menos participación
Un partido funciona para graficar, pero no alcanza para para fundamentar el punto, por eso tomamos cuatro temporadas del fútbol argentino para medir el impacto de las substituciones.
La distribución de minutos jugados tiene cierta estabilidad, pero muestra una leve tendencia al alza, en el caso de los que entran a disputar diez minutos o menos: del 24% antes de la pandemia se pasa al 29% entre 2022 y 2023. En resumen, desde la introducción de la regla, hay una mayor proporción de futbolistas que ingresan y tienen pocos minutos.
Más allá del tiempo, se puede analizar el número de veces que intervienen los futbolistas de recambio y ahí también encontramos diferencias: los suplentes que tocan menos de 10 veces la pelota representaban el 39% de 2015, el 41% en 2017/18 y un 43% en las últimas dos temporadas completas.
La cuestión se explica si puntualizamos sobre lo evidente: con el cambio de regla los mismos porcentajes implican más jugadores de poca participación.
El 43% (temporada 2023) de futbolistas que intervienen menos de diez veces, se traduce, simplificando, en que cuatro de los nueve cambios tienen un impacto recurrente menor, mientras que el 39% de 2015 o el 41% de la 2017/18 implicaba dos de las seis modificaciones. En consecuencia, tenemos el doble de jugadores con intervenciones marginales que en el escenario anterior.
Acá se podrá argumentar que no hace falta participar muchas veces para hacer un gol o dar una asistencia y ser fundamental en el partido, pero cualquier futbolero sabe que los cambios excepcionalmente traen soluciones inmediatas.
De cualquier manera, el punto de estos datos exploratorios es abrir el debate, no sentenciarlo, hay mucho más para analizar desde aquí, pero tenemos una hipotesis de base que suena bastanta lógica: más cambios implica más jugadores que participan menos, que no siempre «se meten» en el partido, con el consecuente impacto en la dinámica del juego que esto implica.
Es llamativo como en un deporte que ha cambiado muy poco reglamentariamente a lo largo de su historia, este drástico aumento de las substituciones casi no se haya debatido. El haberse insertado en un momento particularmente extraño para el mundo explica una parte del tema, pero lo cierto es que ni siquiera se levantó esta cuestión una vez que las cosas se normalizaron.
Las ventanas donde deben hacerse las substituciones, controlan en cierta medida que no se pierda tiempo efectivo extra, pero insisto con que el problema viene por otro lado y se resume a tratar de entender cómo afecta la cantidad de cambios al espectáculo.
Es posible que haya que replantear hasta que minuto se pueden hacer las modificaciones, habilitar extras sólo en caso de lesión o simplemente probar con restituir los tres originales. Se pueden citar excepciones donde funcionaron bien, como la propia final de Qatar 2022 entre Argentina y Francia. Probablemente ese tipo de torneos necesiten más de las múltiples substituciones que los juegos regulares de liga. La regla puede ser laxa y adaptativa porqué hoy por hoy está la logística para hacerlo.
La cuestión de fondo es velar para que no se choque la calesita del deporte más entretenido de todos, forzando en todos los partidos reglas de urgencia pensada en un momento especial de la historia.
Follow Me