Bruce Jenner ganó la medalla dorada en decatlón en Montreal 1976. Fue campeón olímpico con récord mundial y durante su carrera batió tres veces esa marca. Solo que tuvo una carrera deportiva como atleta muy corta. Pero hay más: Bruce Jenner tiene 71 años, sigue vivo, pero ya no existe más: ahora es Caitlyn Jenner. Una criatura del universo de las Kardashian. Un ser humano que vivió dos vidas. Una de ellas como campeón olímpico.
Hay vida después de The Last Dance y también está en Netflix. Los documentales de la serie Untold (conocida en Netflix en español como “Al Descubierto”) tienen historias y narrativa de sobra como para competirle en calidad a los 10 capítulos icónicos del último baile de Michael Jordan y sus amigos de los Chicago Bulls, que capturó la atención mundial durante la pandemia. Untold son cinco episodios individuales que cuentan historias crudas del deporte norteamericano con el respaldo de autor de The Player´s Tribune. Buscarlos y verlos es un deber.
Caitlyn Jenner decidió viajar al pasado para contar a Bruce Jenner. El momento sublime de Jenner como atleta fue en Montreal 76 cuando ganó el decatlón con una actuación demoledora en el segundo día de la competencia. Ya en la octava prueba era evidente que Bruce Jenner sería campeón olímpico. Tanto fue así que en ese momento el soviético Leonid Lytvynenko, uno de sus competidores, le dijo: “Ya sabés que tenés la medalla dorada, no? Bruce, estás a punto de ser millonario”.
Estar por un instante en el podio olímpico con conexión directa con los dioses griegos había sido el deseo de Bruce Jenner. Desde chico se sentía distinto a los demás y solo quería estar en el lugar en el que otros habían estado. “Quería estar donde ya habían estado mis predecesores”, dice Caitylin Jenner durante las largas conversaciones en soledad que mantiene en el documental. Eso significaba: ser como otros habían sido y no sentirse especial porque eso lo atormentaba.
Bruce Jenner sentía que era especial porque sentía que era mujer. Ese conflicto interno que experimentaba tiene una descripción científica: disforia de género. Es la sensación de incomodidad o angustia que pueden sentir las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer o de las características físicas relacionadas con el sexo. Caitlyn asegura que su decisión de convertirse en un super atleta ratificaría su masculinidad y le resolvería el conflicto. Esa huída hacia adelante no terminó como ella cuenta y como él quiso.
Bruce Jenner sentía que era especial porque sentía que era mujer. Ese conflicto interno que experimentaba tiene una descripción científica: disforia de género.
La carrera deportiva de Bruce Jenner fue apenas un chispazo. Se consolidó como decatleta en lo que fue de Munich 72 y Montreal 76. Jenner participó en esos Juegos Olímpicos donde se identificó con el soviético Mykola Avilov a quien admiraba por sus habilidades para las diez pruebas. Cuando lo vio con la medalla dorada en Munich supo que quería ocupar ese lugar en los próximos Juegos.
Durante cuatro años se entrenó sin estructura, sin coach y sin método.Deberíamos todos cerrar la boca cuando ponemos en duda el deporte del pasado: en algunos casos se trató de un verdadero milagro. Su éxito deportivo también se fusiona con la valoración que tenía el decatlon dentro del atletismo olímpico. Esas diez pruebas (primer día: 100 metros, salto en largo, lanzamiento bala, salto en alto, 400 metros; segundo día: 110 con vallas, lanzamiento disco, salto con garrocha, lanzamiento jabalina, 1.500 metros) daban como resultado al atleta más fuerte del mundo. Un dios moderno. En esos tiempos la gente conocía los nombres de los principales ajedrecistas y del campeón olímpico en decatlón. Bruce Jenner era popular en Estados Unidos antes de la medalla. Se entrenaba para ser el hombre más fuerte del mundo.
Viendo el documental y el valioso material fílmico recuperado para contar la historia, es muy probable que el Rocky Balboa de la ficción haya tomado mucho del entrenamiento del Bruce Jenner real. Vendedor de seguros para poder ser atleta de elite, Jenner tuvo en su esposa Christy -azafata de profesión- a una entrenadora vocacional que lo guió hasta la medalla dorada. Su ahora ex esposa contó que Bruce Jenner soñaba con las pruebas en voz alta cuando dormía y que ella al día siguiente podía decirle cómo había sido su performance en sueños. “Felicitaciones, lo hicimos juntos”, le dice Bruce Jenner a su esposa luego de terminar los 1.500 metros del decatlon, entero y de pie, mientras sus rivales reptaban sin aire por la pista de atletismo en Montreal.
Ese final fue el comienzo de una nueva historia. Lejos de escapar de su masculinidad, Bruce Jenner se convirtió en un atleta famosísimo y le puso su rostro a todos los comerciales de cajas de cereales que vendían “desayunos de campeones”. Visitó todos los talk shows del momento y fue extra en series y películas. En las décadas siguientes inició una transición de género que lo llevó a tratamientos con hormonas, cirugías e intervenciones estéticas con la convicción de que nadie notaba ese cambio exterior. Pasó de ex atleta a un freak televisivo y personaje de conferencias motivacionales en hoteles de Las Vegas. Se asustó cuando en una presentación un hombre le propuso una cita: ahí supo que los demás notaban el cambio.
Entró al ecosistema Kardashian como Bruce y salió de él como Caitlyn. Annie Leibovitz fue su partera con su fotografía para la portada de Vanity Fair
El documental recupera a un atleta excepcional. Demoledor en el segundo día de competición y en las pruebas de fuerza y resistencia. Su performance está casi borrada de los recuerdos y de los grandes repasos de la historia de los Juegos Olímpicos. Tal vez porque la vida bizarra que envolvió a Bruce Jenner en el reality de las Kardashian lo mantuvo activo bajo otra piel. Fue una criatura imprescindible dentro de ese mundo que tuvo su ebullición con el nacimiento de las redes sociales. Entró al ecosistema Kardashian como Bruce y salió de él como Caitlyn. Annie Leibovitz fue su partera con su fotografía en la portada de Vanity Fair.
Cuenta el historiador olímpico David Wallechinski que Bruce Jenner dejó tiradas en el estadio de Montreal 76 las garrochas que utilizó en la prueba. No fue un olvido. Sabía que no las iba a precisar más. Su deseo era ser campeón olímpico para un día poder ser mujer. Esa prueba demoró 40 años más. Fue su segunda medalla.
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