Bover es una construcción gramatical que refiere a Boca Juniors y River Plate como una sola unidad; una contradicción con solo pensarla. La aparición del término se dio hacia finales de noviembre de 2018, cuando Boca y River se encontraron en una accidentada final de la Copa Libertadores, que incluyó un partido postergado 24 horas por lluvia (Boca local) y una revancha postergada durante 30 días por el ataque al micro que transportaba al xeneize al estadio (River local). El largo andar que derivó en un segundo partido finalmente disputado en Madrid, el 9 de diciembre, motivó que en la Argentina, cuando se hablaba de fútbol, no hubiera espacio para nada que no fuera Boca y River.
Bover es una expresión que nació en el formato comunicacional más directo y efectivo que hayamos conocido en los últimos años: los memes de las redes sociales. La distribuyeron todos los fanáticos del fútbol que se sentían excluidos de esos debates y del consumo de esas noticias. Bover volvió con fuerza en octubre 2020, cuando Boca y River emitieron un comunicado conjunto donde rechazaban la decisión de la AFA de romper su contrato con Fox Sports para la transmisión de la nueva Liga Profesional de Fútbol.
Bover, ahora, engloba a todo aquello que concierne exclusivamente a Boca y River. Es decir a prácticamente la totalidad del fútbol argentino. Es un juego de dos que lleva en su esencia el fútbol como un activo tóxico casi sin espacio para lo celebratorio. En #Bover se usa más la palabra picante que gol .
Es un juego de dos que lleva en su esencia el fútbol como un activo tóxico casi sin espacio para lo celebratorio. En #Bover se usa más la palabra picante que gol .
Porque desde los márgenes de las redes sociales al centro de la escena que ocupan los medios de comunicación, el espacio de las entrevistas, los contenidos, las opiniones gritadas, las reflexiones ocasionales, las suposiciones, las “bombas”, los contadísimos análisis del juego, las revelaciones prometidas para después de la pausa, todo, tiene que ver con River y Boca. Boca y River. De #Bover como concepto pasamos directamente al #PeriodismoBover. La pretensión de un ejercicio más democrático y abarcativo de informar y entretener sobre todos los equipos, en un reparto del tiempo más equilibrado, es puramente aspiracional: Boca y River consumen todo el oxígeno disponible cuando se habla de fútbol.
La rivalidad, además, ya comienza a ser trasladada a la escena de los esports con el cruce entre las escuadras gamers de clubes en la Liga Master Flow de League of Legends. Dato: se trata de una industria donde la convivencia y las ideas colaborativas se ponen de un modo natural por encima de los enfrentamientos.
El fenómeno no es nuevo. Tampoco es local. La historia del fútbol que ya atraviesa casi tres siglos es también la historia de dos clubes que en cada país concentran las mayores adhesiones y los más altos índices de popularidad. Comenzaremos a compartir algunos datos que podrían justificar, desde una consensuada “lógica de mercado”, porque Boca y River se llevan todo lo que hay. Cómo puede suceder en España con Real Madrid y Barcelona. Cómo también se da en Brasil con Flamengo y Corinthians. Los seguidores en redes sociales ahora permiten cuantificar el volumen de hinchas que acompañan a los clubes. Vemos aquí la contabilidad realizada por la consultora Kantar, que se presenta como datos de engagement, cuando en realidad se trata de la suma de seguidores en redes sociales, sin medir sus interacciones.
Boca y River tienen poca diferencia entre ellos, pero le llevan casi 15 millones de followers a San Lorenzo que aparece en tercer lugar. Aclaración: no estamos diciendo que estos números justifiquen el modo de hacer periodismo de fútbol, pero si decimos que las audiencias objetivas a las que se dirigen los contenidos, marcan diferencias abismales. Números son números.
Con datos de la maravillosa cuenta @DeporFinanzas vemos, ahora sí, el engagement dominante que tienen Barcelona y Real Madrid con respecto al resto cuando hablamos de La Liga y cómo en medio del listado aparece FC Porto de Portugal, por encima de Athletic Bilbao.
Para tener una perspectiva regional, ahora podemos observar datos de engagement de los clubes de Sudamérica. A simple vista surge que River y Boca están en el lote principal, pero a cierta distancia de los que generan más conversación.
El panorama cambia totalmente cuando apuntamos hacia la Luna y vemos qué pasa con las marcas deportivas de toda América que tienen mayor engagement. Solo los clubes brasileños se suben a ese ring.
En la comparativa de datos de redes sociales observamos entonces que #Bover se convierte en un fenómeno absolutamente local, lo cual no tiene nada de malo ya que la emoción, las discusiones, las burlas, las celebraciones, las tristezas, en suma, todas las emociones que genera el fútbol como cultura y suceso informativo repercuten realmente fronteras adentro. Ahí es donde se activa otra consecuencia del asunto #Bover: ocupar todo el ancho de banda del deporte más popular del mundo, en un país como la Argentina, puede transformarse también en algo tóxico.
Porque Boca y River pueden estar en desacuerdo en muchas cosas, pero coinciden en otras. Una de ellas es percibirse invadidos, cuestionados y hasta víctimas por la maquinaria noticiosa que tiene que alimentar casi 16 horas diarias de contenido en vivo de canales deportivos, la amplificación en las redes sociales, el rebote en portales de internet y las radios. La necesidad de ocupar tanto tiempo con informaciones solamente vinculadas a #Bover lleva a la reiteración constante; a transformar la novedad en un museo, magnificar lo que no tiene sentido y emopujar al espectador a un nivel de fatiga temática pocas veces visto. #Bover es una construcción que produce fatiga en todos sus involucrados. “¿Seguro qué esto mide? ¿Confiás en esos números?”, preguntan algunos panelistas durante los cortes publicitarios, mientras buscan alguna idea todavía no dicha para hablar de uno o de otro. El #PeriodismoBover no se ocupa de hablar mucho de Boca y también bastante de River porque así lo requiere la abundancia informativa. Se trata de un tiempo excesivo que debe ser «llenado» con lo que haya.
La necesidad de ocupar tanto tiempo con informaciones solamente vinculadas a #Bover lleva a la reiteración constante; a transformar la novedad en un museo, magnificar lo que no tiene sentido y empujar al espectador a un nivel de fatiga temática pocas veces visto
Aquí es donde River y Boca como clubes se encuentran frente a un dilema: ¿Qué hacer? ¿Combatir este ecosistema? ¿Ignorarlo? ¿Convivir con él? Boca y River experimentan todas esas soluciones a la vez, con algunas particularidades que ya describiremos. Cuando se analiza qué sucede con estos efectos de polarización extrema en el fútbol, apreciamos que muchos clubes del mundo buscan generar su propia narrativa y llegar directamente a sus seguidores con diferentes propuestas: OTT propias, alianzas con Netflix y Amazon, posicionamiento como estructuras de vanguardia en diferentes temas y la búsqueda contenidos atractivos, no contaminados, que consoliden la relación con sus fans incondicionales. Y sin salir a confrontar directamente con las usinas de información mediática. Simplemente porque medios y clubes, a pesar de compartir audiencias, están en negocios diferentes aunque habiten el mismo tiempo y espacio.
En la Argentina, irónicamente desde los clubes que están por afuera del fenómeno #Bover, ya recorren ese camino Estudiantes de la Plata y Racing Club, con sus OTT y Talleres de Córdoba con generación de contenidos audiovisuales que incluso lo han llevado a ganar reconocimiento internacional. Son ejemplos de clubes que entienden que la comunicación directa con sus aficionados está en buenas manos cuando es la propia institución la que se ocupa de ella. Medios y clubes, decíamos, están en negocios diferentes.
El Canal de Boca es por ahora un producto basado en un noticiero diario hecho en alianza con TNT Sports y que también se emite por esa señal
Boca lanzó esta semana sucanal oficial en YouTube, que ya cuenta con más de 400 mil seguidores, y que ahora reorganiza toda la comunicación audiovisual que el club ya tenía en la misma plataforma. El Canal de Boca es por ahora un producto basado en un noticiero diario, a las 11 am, hecho en alianza con TNT Sports y también se emite por esa señal. En el futuro ofrecerá partidos en vivo de diferentes disciplinas deportivas que se generarán con las cámaras automatizadas de Pixellot, como ya hemos contado en Big Data Sports, y que lleva vendidas más de 8 mil unidades en todo el mundo.
Este paso dado por Boca, más en línea con lo que hacían los principales clubes del mundo a finales de la década del 90 que con los formatos actuales multiplataformas, fue acelerado por la decisión de oficiar como contrapeso ante lo que el vicepresidente del club, Mario Pergolini, entiende como un comportamiento “antiBoca” de algunos canales deportivos. Con algo más de intimidad por tener un acceso natural a gimnasios e instalaciones que le pertenecen, Boca en su noticiero también hace #Bover. Fuentes de TNT Sports aseguraron que una idea semejante le fue ofrecida a River Plate (programa oficial dentro de la grilla) y que el club no la aceptó.
River lleva varios meses con una propuesta sobre la mesa de un grupo que gestiona plataformas OTT en la región para clubes, con lanzamientos ya hechos en Chile y Brasil. La cartera de contenidos no se basa en noticias sino en productos premium y de libre acceso de un perfil, digamos, más cercano a las series y las películas. Es una incógnita si River tomará una decisión sobre su lanzamiento cuando transita el último año de la actual gestión de su conducción.
#Bover se volvió tan grande que ya excede a Boca y River. #Bover es un modo de ver el fútbol. De discutirlo. De analizarlo. De venderlo. De comprarlo. De consumirlo. ¿Será ese el modelo de consumo y el tipo de lenguaje tóxico que las nuevas generaciones esperan del fútbol? ¿#Bover atrapa con esos modales agresivos y de disputa permanente a la Generación Z, más abierta al abrazo, la inclusión y la aceptación del otro en lugar de excluirlo? ¿No es acaso que tanto medios como clubes tienen un problema objetivo y visible con relación a cómo capturar a las nuevas audiencias que tienen otro tipo de demandas? Que los mismos clubes reproduzcan #Bover desde sus plataformas y sus modos de generar contenidos solo hará más grande a #Bover.
#Bover es un monstruo que se alimenta con cada accionar que tiende a enfrentarlo. Es una manera de sacarle el último jugo al «hard fan» del fútbol en un mundo donde la mitad de sus habitantes tiene menos de 30 años y consume contenidos de otro modo. Pero nuestro “advice” es que a #Bover hay que dejarlo existir y no gastar energía en combatirlo. Boca y River, en esta centralidad que comparten, son los primeros que tienen que ir hacia sus propios márgenes para generar otro tipo de narrativa; especialmente porque hay un mundo allá afuera, lejos de #Bover, que espera contenidos de los clubes que no respondan a esa dinámica. Las noticias cambian todos los días. La relación afectiva con el fanático global se construye más a largo plazo.
#Bover es una manera de sacarle el último jugo al «hard fan» del fútbol, en un mundo donde la mitad de sus habitantes tiene menos de 30 años y consume contenidos de otro modo
El riesgo latente es que otro club, en esta era donde todos los clubes buscan ser globales, se haga dueño de ese afecto disponible. El otro riesgo posible es que #Bover, sin salir del patio de casa, termine en un hartazgo general que dinamite cualquier modelo de negocios y de producción de contenidos de calidad para los fanáticos del futuro, que no se sienten convocados ni interpretados por esta manera de gestionar emoción.
A ellos, #Bover, no les habla de nada.
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