Apagado el fastidio habitual que cada fanático del fútbol enciende cada vez que alguien en alguna parte quiere modificar algo, la pregunta incómoda que deberíamos hacernos es: si tuviéramos que inventar un Mundial de Fútbol en 2021, ¿cuál sería la frecuencia ideal para organizarlo? La respuesta es difícil porque al instante asistimos a una convención de sesgos en nuestro pensamiento y nos resulta imposible desarmar la idea dominante que conocemos: los grandes acontecimientos deportivos tienen lugar cada cuatro años.
Cuando la FIFA lanza su primera encuesta global para darle sostén desde los fanáticos a la decisión de ubicar los Mundiales cada dos años, pone la consulta en términos de invención de un nuevo acontecimiento. La pregunta concreta del relevamiento hecho por YouGov fue:
“Si considera su interés personal para ver la Copa Mundial de la FIFA, sin tener en cuenta ningún otro impacto de reprogramar el ciclo actual, ¿con qué frecuencia le gustaría ver la Copa Mundial de la FIFA?”
Sobre esta hipótesis se lanzó la encuesta en 23 mercados donde el fútbol es un deporte más que relevante y alcanzó a más de 23 mil personas que como mínimo tenían 18 años. Acá compartimos un primer snapshot del relevamiento global:
Y aquí vemos los resultados filtrados en CONMEBOL, donde las variaciones son muy leves:
FIFA, presurosa, dio a conocer resultados preliminares sin que el relevamiento esté finalizado. Encontró lo que buscaba: mantener los Mundiales cada cuatro años sigue siendo la opción más votada, pero las alternativas que sitúan al Mundial fuera de ese rango superan en votos al formato actual. El 30 de septiembre habrá un “zoom” global entre las federaciones para analizar los actuales calendarios internacionales. Seguramente con estos datos preliminares, FIFA atacará un tema urticante que se volvió todavía peor por la pandemia: ceder futbolistas para los seleccionados se transformó en uno de los grandes problemas que tienen los dueños y presidentes de clubes. FIFA podría ponerlos en un callejón sin salida si atiende ese reclamo con inteligencia.
“Las generaciones más jóvenes de todas las regiones están más abiertas e interesadas en el cambio que las generaciones anteriores”, es otra conclusión preliminar de la votación. A los más jovenes, cuando se les nombra “FIFA”, piensan en el videojuego y no en en la organización madre del fútbol. Eso es bueno y malo a la vez. FIFA administra desde 1930 lo que hasta cierto momento fue el principal activo del fútbol: los Mundiales. Una creación del siglo pasado. Una competición mítica, ordenadora de la vida de las personas fanáticas del fútbol y unidad de tiempo incorporada a una cultura, eminentemente masculina: los hinchas de fútbol que venimos del otro siglo, ordenamos hechos amorosos, elecciones de gobiernos, separaciones de bandas de rock, colapsos económicos, nacimientos y muertes, en función de que Mundial estaba más cerca en ese momento.
Un Mundial cada cuatro años ponía al fútbol global en una cadencia de picos y valles donde recién cada cuatro años sucedía lo importante. Sabemos cómo vivimos ahora y cómo consumimos el fútbol. Hagamos un breve repaso de ciertos asuntos futbolísticos, que sucedieron entre Rusia 2018 y el día de hoy, para tener una noción de la sobrecarga de acontecimientos que consumimos como agenda habitual del fútbol:
- Cristiano Ronaldo cambió dos veces de club. Del Real Madrid a Juventus y de ahí a Manchester United.
- Lionel Messi se quiso ir de Barcelona en 2020 y se quiso quedar en 2021. Se marchó al PSG.
- 12 clubes poderosos de Europa quisieron armar una superliga separatista y se desmoronaron en 48 horas.
- Barcelona en 2018 iba camino a ser una factoría de contenidos, con plataforma OTT, innovación tecnológica y alianzas globales y ahora está sumido en una crisis económica y perderá su alianza estratégica y comercial con Rakuten en 2022.
- En 2018 los esports eran algo que les sucedía a un puñado de clubes.
- Ningún club tenía un fan token durante Rusia 2018 y ahora es raro que haya un club que no lo tenga.
Demasiada información como para recordemos qué pasó exactamente en el último Mundial sin tener que hacer algo de esfuerzo. FIFA quiere introducir los Mundiales en medio de los hechos relevantes y de relleno que suceden en esta industria, su industria, que produce novedades las 24 horas del día. Precisa generar una percepción constante en estos tiempos donde cuando alguien nos whatsappea un video de TikTok, le respondemos secamente: “Ya lo vi”.
A FIFA, guste o no, le debemos el copyright del fútbol como fenómeno global. Esa globalización tiene su raíz en el siglo pasado y va camino a cumplir cien años. No es por dinero: FIFA lo quiere hacer porque la época demanda otra velocidad para su máximo ritual. Los Mundiales eran el ámbito donde se producían los cambios en los sistemas de juego, la consagración de los futbolistas, el descubrimiento de los nuevos talentos, el diseño explosivo de una camiseta y el comercial de TV disruptivo. Ya no. El fútbol produce estas novedades cada semana, las redes sociales desbordan de videos ingeniosos para presentar una nueva contratación y los algoritmos predictivos de las consultoras de datos localizan decenas de sub 20 de cualquier liga emergente.
Los fanáticos creen que el fútbol fue siempre igual. No reparan en que la Champions League originalmente estaba reservada para los campeones de cada liga. Por eso su nombre, obviamente. La palabra “cupos» vino mucho después. Las clasificaciones para el Mundial duraban solo dos meses. Sobraba tiempo. USA 94 fue el último que tuvo ese formato clasificatorio y para Francia 98 se fue hacia ese gran cruce del desierto de 18 fechas en Conmebol, que derivó en darle una tajada del negocio del Mundial a cada federación.
El mundo cambió, los fans también cambiaron y FIFA entiende que los Mundiales deben alterar su calendarización para meterse en la caravana de acontecimientos . El Comité Olímpico Internacional ya lo entendió cuando decidió subir el perfil mediático y comercial de los Juegos Olímpicos de Invierno para lograr qué cosa: ¡Juegos Olímpicos cada dos años! Encimados por el Covid-19, no nos despedimos de Tokio 2020 que ya estamos hablando de Beijing 2022, que tendrá lugar dentro de cinco meses. En el camino, el COI creó Olympic Channel en 2016 y se ubicó en las grillas deportivas con un contenido constante y fresco, donde lo histórico se mezcla con los nuevos formatos que suma a su propuesta deportiva. En su masterplan, los Juegos Olímpicos nunca se detienen.
FIFA entró en una etapa de modernización parida por el FIFAgate en 2015. La fiscal norteamericana Loretta Lynch, involuntariamente, produjo con sus investigaciones una actualización de la organización núcleo del fútbol. Recién en 2018 FIFA comenzó a hablarles directamente a los fans con la creación de sus contenidos, ya que hasta Brasil 2014 el departamento de comunicación de FIFA solamente se dedicaba a conversar con los medios acreditados y de cuidar las prioridades de los propietarios de derechos de transmisión.
Rusia 2018 fue el lugar donde FIFA hizo su restyling de identidad a partir del contacto directo con los fans. Le encargó a Getty Images una producción colorida y con desenfado para que los jugadores lucieran más cercanos a las celebridades pop. Creó una estructura de “Team Reporters” que seguían a los 32 seleccionados de la Copa para que postearan contenidos menos institucionales y más coloquiales. FIFA, tarde, descubrió que su destinatario era el fanático y no el periodista que llevaba cubriendo seis mundiales seguidos.
Quiere decir que apenas llevamos un Mundial en el que la FIFA pudo establecer una conversación actualizada y nutritiva con los fanáticos del fútbol de este siglo. Finalmente fue la pandemia la que obligó a FIFA a revisar sus políticas de contenidos y liberar en YouTube los viejos partidos de los Mundiales, incunables que volvían a los espacios televisivos solo de la mano de los rights holders.
Tal vez un Mundial cada dos años le permita a FIFA hasta relanzarse como plataforma de patrocinios y activarlos de una manera más creativa y visible. Los principales ingresos en 2020 por efecto de la pandemia tuvieron origen en los productos licenciados como son los videojuegos de EA Sports: 158,9 millones de dólares sobre 266 millones. FIFA tiene los datos: más de la mitad de los habitantes del planeta tiene menos de 24 años. Sobre ese demográfico intenta hacer soplar los nuevos vientos.
FIFA está en la senda para imponer su nueva idea. La ambición es detener el mundo cada dos años y ponerse en el centro de la escena con la reorganización de los calendarios. En esto todos están de acuerdo: el fútbol es un caos. FIFA pisa todos los callos posibles con un proyecto para el que busca el veredicto masivo con una encuesta in progress entre 100 mil fanáticos y que ya tiene voces en contra en UEFA, Conmebol y La Liga. Esta es la batalla que viene.
La motivación de lo que propone FIFA, aunque no se comparta, tiene sentido. Imponer la propuesta en un ámbito conservador como es el fútbol, porque FIFA misma ayudó para que así fuera, es otra historia. La idea podría estar mal, pero no tan mal.
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