Los futbolistas juegan entre el 70 y el 75 por ciento de su tiempo partidos consecutivos en los que no se respeta un descanso superior a los 5 días entre el pitazo final del último match y el comienzo del siguiente. En los últimos tres años, el 45 por ciento de los “breaks” entre temporadas no alcanzaron el mínimo de 28 días de descanso. Los futbolistas top juegan entre 60 y 70 partidos por temporada en sus clubes y seleccionados. Hay jugadores que acumulan más de 100 mil kilómetros de viajes para competir en una sola temporada.
La combinación de estos factores derivan en lo que se llama “zona crítica”. Es el punto de intersección donde confluyen la cantidad de presencias, minutos jugados y la falta de tiempo para el descanso y la recuperación. En esa delicada superficie es cuando los jugadores corren riesgo de lesionarse o explotar mentalmente. O las dos cosas.
En la temporada 20/21, en promedio, los jugadores de ligas domésticas jugaron un 42.4 por ciento del total de sus minutos en zona crítica, mientras que el índice en 2018/2019 fue del 30.3 por ciento. Cuando se analizó la prestación de los jugadores internacionales, en 20/21 el promedió subió al 56.6 por ciento; hace tres años era del 51 por ciento.
Los datos del informe surgen de la plataforma dinámica FIFPRO Player Workload Monitoring que cubre aproximadamente 40.000 presencias de una muestra de 350 jugadores masculinos de 92 ligas domésticas, 6 confederaciones, 246 clubes y sobre 8 posiciones del campo de juego. El reporte comprende a futbolistas entre los 21 y 39 años de 83 nacionalidades y abarca un período analizado entre junio de 2018 y agosto de 2021.
Se trata del segundo informe que publican en 2021, pero la diferencia está en el lanzamiento de la plataforma de data analytics que permite monitorear las cargas por jugador, hacer comparaciones entre futbolistas y ligas, calcular los viajes y filtrar la información según lo que se quiera analizar. FIFPRO y KPMG Football Benchmark generaron esta plataforma para libre acceso. Con solo googlear, está disponible.
La pandemia Covid-19 surge como la razón excluyente para la sucesión de partidos, inevitable y quizás necesaria, para recuperar los meses de cancelación de las competencias y mitigar las pérdidas. Ese efecto todavía continúa y proyecta su sombra sobre los próximos años. Este reporte de FIFPro y KPMG debe ser leído como un estado de situación en el que se encuentran los futbolistas llevados a la obligación de mostrarse competitivos, sanos y fuertes cada vez que el club o su seleccionado lo requiera. Los indicadores, sin embargo, podrían demostrar que están cansados y al límite de sus posibilidades.
En verano de 2021, la carga de trabajo del FC Barcelona y la selección española alcanzó niveles extremos para Pedri. El talentoso y joven mediocampista jugó 78 partidos en 12 meses con prácticamente ningún descanso prolongado en el medio. Durante ese lapso estuvo en el terreno de juego durante 5.636 minutos y debido a los calendarios apretados el 67,9% de esos minutos los jugó en zona crítica.
Pedri fue convocado al seleccionado español para dos competiciones jugadas durante el descanso de las ligas: Euro 2021 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Algunos de sus compañeros de equipo también jugaron en las dos competiciones: Dani Olmo, Pau Torres, Eric García, Unai Simón, Mike Oyarzabal, pero Pedri tuvo el “workload” más alto de la temporada en general: en 64 de 78 apariciones tuvo menos de cinco días de descanso. Pedri jugó 78 partidos, sin el descanso recomendado, entre septiembre de 2020 y agosto de 2021.
Darren Burgess, consultor de FIFPro y director de alto rendimiento en Melbourne FC, y con pasado en el puesto en Arsenal y Liverpool, toma los datos del informe y los pone en contexto para entender cómo afecta la sobrecarga de partidos a los futbolistas. Según el especialista son estos problemas los que requieren salvaguardas efectivas para el bienestar y el rendimiento del jugador y que deberían ser prioridad para los clubes y federaciones. Burgess hace un bulleteo de esta problemática:
- Disrupción del sueño – Los partidos consecutivos casi siempre involucran juegos nocturnos y viajes nacionales o internacionales que afectan significativamente el ritmo del sueño.
- Consistencia de entrenamientos – La seguidilla de partidos hace que los entrenamientos sean mínimos e inconsistentes. Esas sesiones de entrenamiento son vitales para hacer, por ejemplo, ejercicios de resistencia que contribuyen a la prevención de lesiones. Por falta de tiempo son dejados de lado.
- Fatiga por viajes – Los viajes múltiples pueden provocar una fatiga que afecta al sueño, el rendimiento deportivo y el estado de ánimo. El exceso de viajes impacta a menudo también en una mala nutrición.
- Aumento de riesgos de lesión – Fundamentalmente, la combinación de exposición excesiva a la continuidad de partidos, fatiga de viaje, mal sueño y la falta de entrenamiento relevante conduce a un aumento del riesgo de lesiones en los jugadores expuestos a estos calendarios exigentes.
- Salud Mental – Mal sueño, descanso insuficiente y el alto nivel de estrés que produce la combinación de los factores anteriores pueden derivar en un alto costo mental para los futbolistas.
Los futbolistas sudamericanos, objetivamente, llevan la peor parte en el reparto de cargas y descansos. Los compromisos con sus seleccionados nacionales exponen con cifras la cantidad de horas de vuelo que deben afrontar con respecto a otros jugadores que participan en competiciones similares.
Una comparativa entre el argentino Nicolás Tagliafico y el holandés Daley Blind puede ser obvia, pero es interesante apreciar con datos todo aquello que ya sabemos sobre distancias y esfuerzos. Muchos de esos viajes suelen hacerse cuando los futbolistas dejaron sus ligas y el cansancio sobreviene con el peso de una guillotina a las 48 horas de haber jugado el partido. Es en ese contexto en el que tomaron un avión, tuvieron una recuperación mínima y se ponen a las órdenes del entrenador del seleccionado. “Llevan dos días en el país y todavía no se entrenaron”, se escucha todavía en alguna radio al mediodía. Donde un comunicador interpreta esa inacción como vagancia, un preparador físico ve un microciclo que no debe ser alterado.
Con menores distancias por recorrer, las competencias internacionales y las domésticas de CONMEBOL también entregan datos que encienden las alarmas. Según el reporte, el 13.6 por ciento de los futbolistas que juegan la Copa Libertadores en fase de grupos tuvieron menos de 3 días de descanso entre partidos; el 43.2 por ciento descansó entre 3 y 5 días y otro 43.2 por ciento pudo descansar 5 días o más.
En la Liga Profesional de Fútbol de Argentina, el 15 por ciento de los jugadores no llegó a las 72 horas de recuperación, mientras que el 29.5 por ciento estuvo en el rango de 3-5 días y el 55.5 por ciento tuvo el tiempo ideal de recuperación que supera los 5 días. Franco Armani es uno de los cinco jugadores elegidos para el estudio en CONMEBOL. El siguiente gráfico muestra como el arquero de River Plate tuvo picos recurrentes y muy elevados de acción en minutos en la zona crítica y las escasas apariciones en partidos sin riesgo de zona crítica (en verde).
En Brasil el promedio indica que los futbolistas tienen 95.3 minutos de juego por presencia y que el descanso entre partidos es de 92 horas. Chile podría ser definido como una curiosidad sino fuera que detrás de lo que parece mágico se esconde el concepto de organización profesional: no tiene futbolistas con menos de 3 días de recuperación. El 22,2 por ciento de los futbolistas en ese país descansa entre 3-5 días luego de los partidos y el 66.7 por ciento supera los 5 días de descanso.
Estos insights no necesariamente representan un curso de acción. Son datos, están ahí. Los cuerpos técnicos de los grandes equipos los conocen a la perfección y mucho más los que mandan desde las grandes oficinas. La pandemia complicó el estado de las cosas, pero la problemática ya estaba sentada en la mesa. Suele resolverse de manera intermitente con los condicionamientos en la cesión de los futbolistas o directamente con una ausencia consensuada, donde una federación no convoca para que un club no tenga que negar.
Un Mundial cada dos años podría ser un emergente de esta situación. FIFA y sus leyendas del juego asociadas a la promoción e instalación del nuevo formato, tienen en este informe un sólido argumento para su moción. Porque desde la perspectiva de las exigencias, los descansos, recuperación, estrés acumulado, viajes y sobredosis de snacks en lugar de alimento saludable para la máquina humana, el problema no sería el Mundial sino sus eliminatorias. Años y meses para ingresar al campeonato con miles de kilómetros recorridos. Estamos acostumbrados, pero luce desproporcionado.
Organizar nuevos calendarios es el desafío global que tiene el fútbol. Cuando el juego se vuelve invisible, es decir, cuando los jugadores se recuperan, descansan y procuran no llegar al límite para evitar “romperse”, es cuando el fútbol tiene que cuantificar ese intangible que ocasiona pérdidas económicas. El futbolista más caro es el que no juega y el club paga.
La vida saludable de un atleta no debería medirse exclusivamente en dinero, pero es el idioma que habla la industria. Cuidar mejor a sus futbolistas impactaría en menos gastos y hasta en una valoración positiva de los fans. Se piensa poco en eso y es contradictorio por donde se lo mire.
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